Estudos Sociedade e Agricultura

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Sergio Gómez E.

¿Nueva Ruralidad? Un aporte al debate


Estudos Sociedade e Agricultura, 17, outubro 2001: 5-32.

Resume: (¿Nueva Ruralidad? Un aporte al debate). El artículo plantea que se discuta sobre la “nueva ruralidad“ comenzando por definir cuales eran las características de la “vieja ruralidad“. Para ello se señalan los rasgos fundamentales de la ruralidad tradicional. Luego se idenfican los principales aspectos que alteraron esta situación y que dan lugar a nueva ruralidad. Finalmente, propone un marco conceptual para fijar los límites que deberia considerar la investigación sobre comunidades rurales.

Palabras-claves: ruralidad; desarrollo rural; modernización; América Latina.

Abstract: (New rurality: is it new?). This article suggests that we ought to discuss the “new rurality “ beginning with a definition of the characteristics of the “old rurality“. The author presents some aspects which have changed and created the new rurality. Finally the article proposes a conceptual scheme to identify a framework which might be used to orient research on  rural communities.

Key words: rurality; rural development; modernization; Latin America.

Trabajo presentado en el Panel “Construyendo una Nueva Ruralidad “ en las Semanas Sociales de la Diócesis de Talca (Chile) “Soñando una Nueva Ruralidad “, 13 al 19 de agosto 2001. Síntesis de un trabajo mayor que se encuentra en el informe de investigación: La “Nueva Ruralidad “: ¿Qué tan Nueva? que contó con el patrocinio de la Fundación Ford, Santiago de Chile, Julio de 2000.

Sergio Gómez E. é professor das Universidades Alberto Hurtado e Austral (Chile)


Antecedentes

El debate sobre una nueva conceptualización de la ruralidad se encuentra en pleno desarrollo y ha generado una extensa bibliografía en los últimos años. Para intervenir en él, se buscará responder a dos preguntas.

¿Si se plantea la emergencia de una nueva ruralidad, cuál era la antigua? y

¿Cuál es el contorno y los elementos que se deben incluir al momento de abordar una investigación social que considere esta “nueva ruralidad”?

Es importante aclarar el sentido de la segunda pregunta para acotar el área de interés. Más que una preocupación filosófica sobre el sentido y fundamentos de la ruralidad, persigue un afán instrumental: como definir el ámbito en el cuál debe comenzar y terminar una investigación social sobre comunidades rurales. Así de simple. Así de complejo. Además, la con­cepción que se tenga sobre el alcance de lo rural tiene importantes con­secuencias a la hora de definir políticas públicas.

La presentación se divide en cinco partes. En la primera, se presenta la versión tradicional de lo rural y su relativo debilitamiento en la medida que no es capaz de hacerse cargo de realidades emergentes. En la segunda se busca los fundamentos que sirvieron de soporte a esta concepción a través de predominio de los enfoques dicotómicos. En la tercera parte, se presentan distintas formulaciones sobre la nueva ruralidad en América Latina. En la cuarta parte, se hace una presentación sobre una forma para definir la nueva ruralidad, con especial referencia al caso de Chile. El texto termina, con algunas reflexiones sobre la necesidad de continuar este debate.*

Para comenzar se puede afirmar que la ruralidad en la forma como fue definida en términos tradicionales ha perdido vigencia. La industrialización de la agricultura y la urbanización de las comunidades rurales acabó con la versión tradicional de la ruralidad, pero no con la ruralidad. Esta nueva ruralidad que ha emergido tiene ya varias décadas de existencia, por lo que no se le puede considerar tan nueva. Lo nuevo es que ahora se observa una realidad que antes se ignoraba.

Diversos hechos muestran que el tema de la nueva ruralidad se encuentra actualmente vigente. Por una parte, la última reunión regional académica dedicada a temas rurales y agrarios sociales de importancia, realizada en Colombia a mediados del año 2000, estuvo dedicado a este tema en particular [1] . Por otra parte, el último libro editado en el año 2001 por la Comisión de Estudios Rurales de la Clacso, en Buenos Aires, bajo el titulo “¿Una Nueva Ruralidad en América Latina?“ (Giarracca, 2001) tiene contribuciones sobre la mayoría de los países de la Región. A su vez, re­cientes trabajos de organismos internacionales especializados en la agri­cultura, como los elaborados por la FAO y el IICA, tratan a su manera el mismo tema: la nueva ruralidad (Gordillo de Anda e Guendelman, 2000).

 

Ruralidad tradicional

El concepto mismo de desarrollo asociaba la noción de progreso “con una dirección de cambios que iban desde “lo rural“ hacia “lo urbano“, de la agricultura a la industria, de lo tradicional a lo moderno, de lo atrasado a lo próspero. De tal manera que, bajo esta concepción, el proceso de trans­formación estructural significó tanto el crecimiento de sectores indus­triales como la urbanización de la vida moderna. Y, concomitantemente, la desvalorización de lo rural que pasó a ocupar un papel residual en el desarrollo “ (Wilches, 2000).

Más aún, se llegó a considerar que un país podía ser considerado como más desarrollado mientras más mayor fuera el grado de urbanización de su población. En el caso de Chile, en la actualidad, este tipo de planteamientos tiene plena vigencia en algunos sectores.

A continuación se entrega una visión de conjunto sobre las principales características de la ruralidad en su versión tradicional.

La población se ocupa en actividades agropecuarias. A su vez, esta actividad agrícola se encuentra regida por fenómenos naturales que difícilmente pueden ser controlables por el hombre. Los tiempos de la ruralidad están marcados por los ciclos de los procesos naturales. También se menciona que existe una cierta homogeneidad entre los componentes de la sociedad rural tradicional.

A su vez, la población se ubica en espacios de baja densidad. Como con­secuencia de la dispersión y el aislamiento de la población rural, se ca­racteriza por tener bajas condiciones de bienestar (ausencia de servicios, de infraestructura básica, etc.) y comparte condiciones culturales atrasadas (analfabetismo, etc.). En otras palabras, la forma como se desarrolla la actividad agropecuaria crea la condición de exigir una baja densidad poblacional, lo que, a su vez, determina condiciones de atraso material y de tradicionalismo cultural.

Esta concepción lleva a una valorización de lo urbano. Como se ha dicho, el concepto mismo de desarrollo, asociado al progreso, llevaba una dirección unívoca: desde lo rural hacia lo urbano; de la agricultura hacia la industria; del campo a la ciudad; que en definitiva significaba pasar desde una situación definida como de atraso hacia una considerada de bienestar.

Se suponía que solamente la ciudad era capaz de entregar bienestar a sus habitantes. El bienestar en el campo resultaba prácticamente imposible para la mayoría de los habitantes rurales. En consecuencia, las migraciones hacia las ciudades eran una respuesta lógica, despoblando de paso al campo de sus mejores elementos.

Este concepto de ruralidad, se expresaba a través de la existencia de un “sector “ rural, que viene a ser una construcción social residual sobre lo que se define positivamente como lo urbano y lo moderno.

Esta concepción de la ruralidad tradicional no daba cuenta de fenómenos contemporáneos, tales como los que se señalan a continuación.

Una diversidad de ocupaciones y de situaciones. Esta visión tradicional no se encuentra interesada en indagar heterogeneidad que se observa en el conjunto de ocupaciones que se desarrollan en el medio rural. Esta hetero­geneidad se expresa en fenómenos tales como: condiciones ecológicas, diferentes escalas de producción, nivel de uso de los factores de producción, encadenamiento de los eslabones, pluriactividad y relaciones sociales internas. En el medio rural se desarrollan una serie de actividades productivas y de servicios, sólo algunos de ellos ligados a la agricultura, que decrecen en importancia con el transcurso del tiempo.

Tal concepción tampoco daba cuenta de los efectos de la globalización en los espacios rurales. Del surgimiento de una agropecuaria moderna, surgen otras actividades que rescatan las particularidades regionales y locales, ligadas a la residencia, el ocio, al deporte, pequeñas actividades industriales, prestación de servicios, agroindustrias, etc.

Las relaciones de lo rural con el entorno urbano también eran ignoradas. Por ejemplo, la importancia de la interacción de los pueblos y aldeas con la ruralidad. La conservación del patrimonio en recursos naturales como reflejo de la creciente preocupación por la protección del medio ambiente y la forma como los pueblos intermedios pasan a ser un componente de la ruralidad.

Esta concepción tradicional tampoco daba cuenta de la revalorización de lo rural. Por un lado, crecientemente se percibe el deterioro de la vida cotidiana de los habitantes de ciudades grandes y de las metrópolis; por el otro, un factor de atracción hacia formas menos artificiales de vida donde el turismo, el deporte, la artesanía, son actividades que pasan a jugar un papel preponderante. Esta situación lleva a que, en algunos lugares de Europa, se inviertan los flujos migratorios y que personas mayores migren hacia pueblos y que los jóvenes no tengan como primera prioridad migrar a las grandes ciudades.

Sin embargo, más allá de nuestras fronteras, este paradigma del desarrollo ha cambiado en los últimos tiempos y se puede observar “una revalorización de lo rural, entendida no como una “vuelta a lo rural “ sino como un cambio de visión sobre lo rural “ (Wilches, 2000).

El origen de la ruralidad tradicional: el enfoque dicotómico

Cuál es el origen de esta concepción tradicional de la sociedad rural?

La verdad es que si se examina los principales temas abordados por los autores clásicos de la sociología no se encuentra una preocupación específica por el tema, sino más bien se inclinan a observar las consecuencias que tienen la industrialización y la urbanización sobre la sociedad, con todos los fenómenos asociados en esta nueva situación, más que preocuparse de los efectos de estos fenómenos en la realidad que la antecedía: el campo.

Ferdinand Töennies en su obra más importante “Comunidad y Sociedad“, publicada por primera vez en 1887, plantea un conjunto de ideas que dan sustento a este enfoque (Töennies, 1973). A continuación se plantean tres de sus ideas centrales:

 

1) Las relaciones sociales son una creación de la voluntad humana

2) Se distinguen dos tipos de voluntades:

a) Un tipo es la voluntad esencial, que resulta de la tendencia básica, instintiva y natural de los hombres basada en hechos y situaciones que lo anteceden. Esa es la voluntad propia de la vida de los campesinos y de los artesanos.

b) Otro tipo de voluntad es la arbitraria, deliberada y con fines precisos. Esta es la voluntad propia de los hombres de negocios, de los científicos, de las personas investidas de autoridad.

3) Estos dos tipos de voluntad dan origen a la existencia de dos tipos sociales:

a) Al tipo de voluntad esencial lo llama “comunidad “. En ella predominan las tradiciones y la autosuficiencia. Se trata de voluntades en un estado primitivo y natural. La relación más clara de este tipo social puede ser la relación de una madre con sus hijos.

b) Al tipo de voluntad arbitraria lo llama “sociedad“. En ella surge la especialización de las personas y de los servicios, sobre todo cuando esto se expresa en el acto de comprar y vender en un mercado libre. En este caso la voluntad común de cada intercambio, considerado como un acto social, recibe el nombre de contrato. Este es el resultado de voluntades divergentes que se cruzan en un punto.

El aporte de Töennies en la elaboración de la teoría sociológica es sig­nificativo y marcó a muchos autores que lo sucedieron. [2]

De hecho, esta tipología original ha servido de base posteriormente en los fundamentos del continuo rural urbano elaborado por Sorokin y Zimmerman (Principles of Rural-Urban Sociology de 1929). [3]

Por su parte, Robert. A. Nisbet hace un análisis de conjunto a través de las ideas fuerzas que caracterizan el pensamiento sociológico de Europa en el período 1830-1900, cuando los autores clásicos se encontraban en la fase de la constitución de la disciplina (Nisbet, 1981).

Nisbet considera que las ideas fuerzas o “ideas unidades esenciales “ de la sociología son las bases del pensamiento y deben cumplir con ciertas condiciones: (i) deben ser generalizables, o sea deben ser encontradas en un número importante de autores; (ii) deben tener continuidad, vale decir ellas se deben encontrar tanto al inicio como al termino del período de tiempo que analiza; (iii) deben ser distintivas, lo que significa que se deben referir a lo más propio de cada disciplina y (iv) deben ser ideas, en el sentido pleno de la palabra. Luego de una revisión de los autores europeos del Siglo XIX, él propone el siguiente cuadro resumen:

 

Conservadurismo

Racionalismo

Comunidad

Autoridad

Status

Sagrado

Alienación

Sociedad

Poder

Clase

Profano

Progreso

 

Dentro de la columna “conservadurismo“ se presentan las principales ideas fuerzas más allá de la comunidad local y engloba la religión, el trabajo, la familia y la cultura y se refiere a los vínculos sociales caracterizados por la cohesión emocional. La autoridad es la estructura o el orden interno de una asociación y su legitimidad está dada por la tradición o la lealtad en una causa. El status se refiere a la posición del individuo en la jerarquía de prestigio o influencia que caracteriza a toda comunidad. Lo sagrado incluye las costumbres, lo no racional y el comportamiento religioso ritual. La alienación significa ver al hombre ajeno, anómico y desarraigado.

Cada una de estas ideas fuerzas es asociada a otra opuesta. Lo que interesa llamar la atención es que la evolución natural de la sociedad, en la medida que se avanza en el desarrollo, es llegar a hacer predominantes las ideas fuerzas que se encuentran en la columna del “racionalismo “, que implica el crecimiento urbano y las ocupaciones industriales. En esa misma medida, el campo pasa a ser un sector residual.

Si uno toma en cuenta esta visión de conjunto que ofrece Nisbet sobre las ideas unidades esenciales marcadas por los fundadores de la sociología, señalar otro grupo de ideas opuestas, como las que se mencionan a continuación, resulta solo un paso fácil y natural.

 

Tradicional

Moderno

Campo

Agricultura

Rural

Ciudad

Industria

Urbano

 

Ello marcará un tipo de construcción social de lo que será considerado como el campo y, por lo tanto, lo “rural “ en su versión tradicional.

La sociología rural tradicional

El sociólogo ruso, avecindado en los Estado Unidos, Pitirim A. Sorokin junto a Carlo Zimmerman y Charles J. Galpin, sistematizaron en 1930 las diferencias entre el mundo rural y el urbano (Sorokin, Zimmerman e Galpin, 1930). [4] Este estudio es considerado como “una síntesis de la literatura mundial sobre sociedades rurales, que es incomparable en relación con cualquier otra de las ramas de la sociología“ (Anderson, 1981).

Ellos destacan las características diferenciales y las definiciones “compuestas“ del mundo rural y del mundo urbano, mostrando, al menos, nueve diferencias.

A continuación se señalan tales diferencias.

1. Diferencias ocupacionales

La sociedad rural se encuentra compuesta por una totalidad de individuos dedicados a la ocupación agrícola. Más aún “El principal criterio de definición de la población o de la sociedad rural es ocupacional. La cosecha y el cultivo de las plantas y animales. A través de ello la sociedad rural se diferencia de otras poblaciones, particularmente de la urbana, que e dedica a actividades ocupacionales diferentes” (idem). En este sentido el criterio fundamental para definir la población de la sociedad rural es su ocupación agrícola. De esta diferencia entre comunidades rurales y urbanas siguen todas las otras diferencias, la mayoría de las cuales se encuentra ligada de manera causal por esta diferencia en la ocupación.

2. Diferencias ambientales

La ocupación agrícola hace que los agricultores trabajen al aire libre, en un contacto directo con la naturaleza y se encuentran más expuestos a los cambios en las condiciones climáticas. El habitante urbano por su parte, se encuentra separado de esta realidad por el ambiente artificial de la ciudad de piedra y de fierro.

Estas diferencias ambientales, que resultan obvias para las sociedades del pasado (Egipto, Babilonia, China, etc.), son válidas para el universo urbano y rural contemporáneos ya que la ciudad moderna se encuentra constituida en gran escala por acero, fierro y papel, elementos poco usados en las ciudades antiguas.

3. Diferencias en el tamaño de las comunidades

El carácter de la actividad agrícola dificulta la agrupación de los agricultores en grandes concentraciones y determina que el trabajador habite permanen-temente cerca de la tierra que cultiva. Estos hechos determinan que, a pesar de los medios de transportes, los agricultores no puedan vivir en grandes aglomeraciones.

En virtud de ello existe una correlación negativa entre el tamaño de la comunidad y el porcentaje de la población ocupada en la agricultura. Como se puede apreciar, tiene sentido la advertencia que se hizo en el primer punto sobre la importancia que se le otorga a la variable ocupacional.

4. Diferencia en la densidad poblacional

Como una regla general, las comunidades de agricultores tienen una densidad de población más baja que las comunidades urbanas. En palabras de los autores, “se encuentra una correlación negativa entre la densidad poblacional y el carácter rural y una relación positiva entre la densidad y la urbanización “.

Esta diferencia se explica en forma causal con las características que exige la producción de los cultivos.

5. Diferencias en la homogeneidad / heterogeneidad de la población

La quinta diferencia permanente entre las comunidades urbanas y las rurales se refiere a que la población de las comunidades rurales tiende a ser más homogénea en sus características psico-sociales (lenguaje, creencias, opinio­nes, tradiciones, etc.) que la población de comunidades urbanas. La homo­geneidad rural se explica porque la base de reclutamiento de la población rural se realiza en su propio sector (hijos de agricultores y de trabajadores agrícolas) mientras que en las ciudades las poblaciones tienen los más diferentes orígenes.

6. Diferencias en la diferenciación, estratificación y complejidad social

La sexta diferencia relativamente constante plantea que en las aglome­ra­ciones urbanas existe una complejidad mayor, que se manifiesta en una mayor diferenciación y estratificación social. La ciudad por definición es una sociedad compleja formada por una multiplicidad de grupos secundarios. La división del trabajo es un criterio de diferenciación válido y ésta es mayor en las ciudades que en los conglomerados agrícolas. Una de las razones que explica la menor estratificación en el campo que en las ciudades radica en que las comunidades rurales expulsan hacia las ciudades tanto a los indi­viduos que se han vuelto excesivamente ricos como los que se han vuelto exce­sivamente pobres.

En consecuencia, la permanente eliminación de los grupos extremos hace que las comunidades rurales sean más homogéneas

7. Diferencias en la movilidad social

La población urbana se moviliza de un lugar a otro, cambia de ocupación, de posición social por lo que tiene más movilidad horizontal y vertical que la que se observa en las comunidades rurales. La movilidad territorial es mayor en las poblaciones urbanas por el mayor cambio en los domicilios, los mayores desplazamientos dentro de las ciudades. A su vez en las pobla­ciones rurales, los agricultores permanecen más tiempo en su condición de tales o en media cambian de empleo menos frecuentemente que las poblaciones urbanas. El porcentaje de hijos que heredan la ocupación de sus padres agricultores es de las más altas, entre las categorías ocupacionales.

8. Diferencias en la dirección de las migraciones

La dirección predominante de las migraciones es desde el campo hacia las ciudades y de las ocupaciones agrícolas hacia las ocupaciones urbanas. Por lo tanto, la migración poblacional es unidireccional. La excepción a este proceso se puede encontrar en períodos de catástrofes, períodos de deca­dencia, etc., donde se producen interrupciones a este éxodo desde el campo a la ciudad.

9. Diferencias en los sistemas de integración social

Toda vez que las comunidades rurales son menos voluminosas y densa­mente pobladas y que en su población es menos móvil, es de esperar que el número de personas distintas de un agricultor se encuentra con quien establece un contacto intencional o no intencional, largo o breve, intensivo o extensivo y el número de contactos por individuo debe ser muy inferior al de un habitante urbano.

En otras palabras un agricultor, por su condición de tal, se encuentra con un número muy reducido de personas. También hay que mencionar diferencias cualitativas. El área de contacto de un miembro de una comunidad rural es espacialmente más estrecha y limitada que el área de un miembro de una comunidad urbana. Además, las relaciones cara a cara son más frecuentes en habitantes de comunidades rurales, mientras las relaciones indirectas o secundarias son más habituales entre los habitantes urbanos. También se puede afirmar que la totalidad de las relaciones que componen la red del sistema de interacción de un individuo urbano está compuesta por relaciones casuales, superficiales y de corta duración, en contraste con la interacción de los miembros de una comunidad rural. El sistema de interacción rural, sus líneas y cadenas tienen un “toque personal “, “intimidad “ y solidez.

Se ha presentado con relativo detalle las diferencias que establecen estos autores entre lo rural y lo urbano, por la importancia que estas formu­laciones tuvieron en el desarrollo de la sociología rural, en su versión más tradicional.

En resumen, el desarrollo de la sociología, tal como fue formulada por los teóricos fundadores de la disciplina, le imprimió un fuerte enfoque dico­tómico en sus sistemas de clasificación de la realidad, la que pasó natu­ralmente a expresarse en la dicotomía entre la realidad que se observaba en el sector rural y aquella que emergía en el sector urbano.

No se debe perder de vista que la preocupación por lo nuevo se situaba en el sector urbano-industrial, mientras lo que se consideraba como residual per­manecía en el campo.

Predominio del enfoque tipológico en América Latina

Conviene recordar las formulaciones que utilizaron los sociólogos clásicos de la región para analizar el enfoque con que ellos abordaron la sociología rural. Además, hay que tomar en cuenta que los más importantes de ellos, tanto Germani como Solari, aplicaron los esquemas dicotómicos propuestos por los clásicos europeos, que luego son desmenuzados por los fun­cionalistas norteamericanos y que ellos luego adaptan a la realidad de América Latina.

Revisando la obra clásica de Germani, uno de los sociólogos más impor­tantes de América Latina, dedica 10 páginas de su principal obra para señalar las dicotomías que utiliza para diferenciar entre la sociedad tradicional y la sociedad industrial, sobre la base de tipos ideales contrapuestos.

En el siguiente cuadro, resumido y, por cierto, muy simplificado, Germani nos muestra el proceso de transición, desde un punto de “origen“ a uno de “destino“, desde la sociedad tradicional hacia la sociedad moderna.

 

Variable

Sociedad Tradicional

Sociedad Industrial

1. Estructura social

Acción prescriptiva

Institucionalización
de la tradición

Instituciones indiferenciadas

Acción efectiva

Institucionalización del cambio

Instituciones específicas

2. Relaciones sociales

Adscripción

Particularismo

Difusas

Afectivas

Desempeño

Universalismo

Específicas

Neutrales

3. Organización social

Predominio
de lo primario

Predominio
de lo secundario

4. Status

Adscrito

Adquirido

5. Familia

Extensa

Nuclear

6. Valores

Tradición

Tierra

Divinidad

Racional

Progreso

Vida Terrenal

7. Tecnología

Energía Humana

Tipo de producción

artesanal

Maquinaria

Producción en serie

8. Economía

Subsistencia

Mercado

Fuente: Versión simplificada de Gino Germani. Política y Sociedad en una Época de Tran­sición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1962, págs. 117-126.

 

Lo que más se conoce de su obra es el enfoque dicotómico de la moder­nización que hemos reseñado, que es uno de los temas centrales de su obra con una fuerte influencia de Parsons, con quién trabajó cuando estuvo en la Universidad de Harvard. Sin embargo, la obra de este sociólogo italiano, exiliado por el fascismo en la Argentina, trasciende con mucho este aspecto.

Por una parte, hay que aclarar que sus tres grandes preocupaciones teóricas son, junto con la modernización, los temas de la movilización y la marginalidad. Por la otra, Germani esboza la estructura social del sector agropecuario caracterizando diferentes clases sociales en el campo (Jorrat y Sautu, 1992:20).

Sin embargo, Germani no oculta que sus principales preocupaciones tienen que ver con las principales transformaciones que experimentaban las sociedades latinoamericanas, que tenían que ver más con la modernidad que con la realidad residual que representaba el campo. Cuando plantea la necesidad de renovar los estudios sociológicos, dice este autor, que los temas son: “la urbanización, la industrialización, la incorporación de las masas humanas al tipo de vida de las sociedades industriales, integración política de grandes sectores de la población, los que han creado una multiplicidad de problemas y cambiado la estructura de clases, el origen social de los estu­diantes universitarios, sus profesores y el de las elites intelectuales “ (idem).

Como se puede apreciar, no hay referencias a la realidad rural, situación que también se observó en los fundadores de la disciplina.

Una primera aproximación a otro autor clásico en la región, Aldo Solari, es a través de su obra Sociología Rural Latinoamericana, donde él muestra una preocupación específica con lo rural.

Solari, con una fuerte influencia de Sorokin, desarrolla la idea del continuum rural – urbano. Una característica básica es la ocupación donde la población rural trabaja en la agricultura en un sentido amplio, vale decir en el cultivo de las plantas y en la crianza de los animales. También utiliza otros de los rasgos distintivos propuestos por Sorikin como son las características ambientales, el volumen de las comunidades, etc.

Solari plantea que el desarrollo de la sociología se encuentra vinculada a cambios sociales y a situaciones de crisis. La sociología rural se desarrolla por la existencia de una doble crisis:

a) Las migraciones desde el campo hacia las ciudades que han tenido un crecimiento sustantivo con las que se podían observar en el pasado, y

b) La invasión del campo por las ciudades, lo que lleva a una urbanización del medio rural.

Lo anterior lo lleva a concluir que: “una vez completado el proceso de urbanización rural, la sociología rural debería desaparecer, al menos en su sentido tradicional “ (Solari, 1971).

Aproximaciones hacia una nueva ruralidad

Luego de una revisión bibliográfica, se analizan las propuestas de tres autores Latinoamericanos que proponen una definición formal sobre lo que entienden por nueva ruralidad. También hay que considerar los plantea­mientos que se han elaborado en el contexto del Proyecto Rurbano que se desarrolla en la Universidad de Campinas, Brasil.

Edelmira Pérez, avanza una proposición donde plantea que la nueva ruralidad abarca un conjunto de regiones y de zonas (un territorio) cuya población desarrolla diversas actividades o se desempeña en diversos sectores como la agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y medianas, el comercio, los servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la extracción de los recursos naturales y el turismo, entre otros. Los asenta­mientos que hay en estas zonas se relacionan entre sí y con el exterior y en ellos interactúan una serie de instituciones públicas y privadas. También sugiere analizar la interdependencia entre el mundo rural y el medio urbano en general (Perez, 2001).

Por su parte, María Nazareth Wanderley plantea que el mundo rural tiene particularidades históricas, sociales, culturales y ecológicas, que tienen una realidad propia, inclusive en las formas en que se relaciona con la sociedad. Propone dos elementos diferenciadores: la ocupación de un territorio con formas de dominación que tiene su base en la el uso y tenencia de la tierra y de otros recursos naturales, y como lugar de vida, lo que otorga una identidad (Baudel Wanderley, 2001).

Finalmente, Luis Llambí avanza en el origen, en la definición y en los efectos de la nueva ruralidad. Sobre el origen plantea que los procesos que ocurren en el mundo y que se conocen bajo el termino de globalización y el surgimiento de la nueva ruralidad, no sólo son coetáneos, sino que además se encuentran interrelacionados. “Ambos forman parte de un conjunto de reestructuraciones geoeconómicas y reacomodos geopolíticos que tienen lugar en diferentes niveles (global, nacional, local), pero que en cada país asume sus propias peculiaridades“ (Llambí, 1995). También señala que su planteamiento no tiene evidencia en la literatura debido a los enfoques disciplinarios con que abordan el tema. De cualquier manera, la observación parece interesante como hipótesis de trabajo.

En cuanto a la definición, señala que esta nueva ruralidad debe dar cuenta de tres aspectos:

a) Un acelerado proceso de “contraurbanización“ a partir de una mayor de­manda por el consumo de espacios rurales tradicionales;

b) La transformación de la estructura tradicional de los poblados hacia actividades secundarias y terciarias, y

c) Los estilos de vida propiamente rurales están siendo transformados por los valores de la modernidad.

La situación así conceptualizada como nueva ruralidad tiene impacto en tres dimensiones:

a) Territoriales, a través del cambio en la valoración de los espacios rurales;

b) Ocupacionales, mediante el cambio en el peso relativo de las actividades primarias, secundarias y terciarias; y

c) Culturales, en el cambio de los patrones del conocimiento y de los valores de las poblaciones rurales.

Los profesores del Instituto de Economía de la Universidad Estadual de Campinas vienen desarrollando un ambicioso Proyecto denominado Rurbano Unicamp. Este Proyecto da cuenta de la emergencia de una nueva conformación en el campo brasileño, que ya ocurrió hace tiempo en los países desarrollados (Da Silva e Del Grossi, 1998).

Esta “nueva ruralidad“ [5] se compone de tres grandes grupos de actividades:

a) Una agropecuaria moderna, basada en commodities, la que se encuentra íntimamente ligada a la agroindustria,

b) Un conjunto de actividades no agrícolas ligadas a la residencia (fabri­cación de conservas, muebles flores.), al ocio y a la entretención (caza y pesca), a actividades industriales y a la prestación de servicios (turismo rural, agro turismo), y

c) Un conjunto de “nuevas“ actividades agropecuarias, localizadas en nichos especiales de mercado.

El término nuevo se ocupa entre comillas, ya que estas actividades no son propiamente nuevas, pero no tenían la importancia económica que han adquirido en la actualidad. Estas últimas dos actividades siempre se realizaron, pero antes iban al autoconsumo mientras en esta situación se destinan al mercado.

Se trata, por lo tanto, de un espacio rural penetrado por el mundo urbano, con nuevos y viejos personajes: los neo rurales (profesionales liberales y otros ex habitantes que pasan a vivir en el campo), asentados (ex sin tierras) y los sin – sin (sin tierra, sin empleo, sin salud, etc.).

Esta situación lleva a que el ingreso no agrícola pase a tener una gran importancia en las familias rurales. Este tema es ampliamente tratado por Sergio Schneider desde una amplia perspectiva. Las razones de un aumento de este tipo de empleo se debe a tres factores: el aumento de productividad del trabajo agrícola, la disminución de población residente en áreas rurales, y el crecimiento extraordinario en los volúmenes de producción. El trabajo analiza el impacto de las formas de ocupación del trabajo en áreas rurales, diferenciando las agrícolas de las no agrícolas (Schneider, 2000) .

La ocupación de la mayoría de los habitantes rurales no se encuentra ligada a la agricultura. Este fenómeno no es algo transitorio, sino que tiende a crecer y a consolidarse.

Las razones que explican este cambio son:

a) El proceso de modernización tecnológica lleva a que la agricultura pase a ser una actividad individual, volviendo innecesaria la necesidad de ocupar la fuerza de trabajo familiar, como ocurría con anterioridad.

b) El crecimiento de la productividad que lleva a un incremento substancial del ingreso de los agricultores.

c) El apoyo y estímulo de políticas públicas para actividades no agrícolas como una manera de desincentivar la producción agropecuaria para evitar situaciones de sobreproducción.

d) El trabajo a tiempo parcial y la pluriactividad que no se debe sólo a transformaciones internas de la agricultura sino que es la forma normal del funcionamiento de las unidades de trabajo de la familia.

e) La expansión de la pluriactividad y de las actividades no agrícolas en el medio rural puede ser atribuible a las dinámicas propias del mercado de trabajo no agrícola.

Como se puede ver, hay grados importantes de coincidencia entre estas propuestas.

Una crítica reiterativa que se puede encontrar en la literatura revisada es la falta de un concepto que tenga un alcance más allá de la mirada geográfica de lo rural que se limita a la densidad poblacional y que en términos ocupacionales se limita a la actividad agrícola. Las proposiciones reseñadas salvan bien la última crítica, al abrir el espectro de actividades que se desarrollan desde lo rural. Ello no quiere decir que la dimensión territorial no sea importante, sino más bien como a partir de lo territorial, se le agrega una connotación conceptual, que en el caso de Nazareth Wanderley plantea como lugar de vida, un lugar donde se dan particularidades de un modo de vida y referencia de identidad.

Propuesta sobre la nueva ruralidad

La proposición de ruralidad que se formula abarca tiene tres dimensiones que son acumulativas en cuanto a:

a) El tipo de espacio y las actividades que se realizan.

b) La especificidad que la distingue de otras situaciones, y

c) El alcance que abarca lo rural.

De partida se observa en la actualidad una alta valoración hacia el espacio rural y la ruralidad y que ya no se la considera como una categoría residual frente a lo moderno y urbano.

1. En cuanto a espacio y actividades.

En este punto hay una coincidencia con lo señalado por diversos autores.

En otras palabras, se trata de espacios con una densidad relativamente baja, donde se realizan actividades tales como: la agricultura, forestal, ganadería, artesanía, establecimientos dedicados a reparaciones, las industrias pequeñas y medianas, pesca, la minería, extracción de los recursos naturales y turismo rural. A su vez, se realizan servicios y otras actividades como la educación, salud, gobierno local, transporte, comercio y deporte. Estas listas sólo tienen el carácter de ilustrativas sobre tipo de actividades a que se hace referencia y no son exhaustivas.

2. En cuanto a su especificidad

Esta es la parte fundamental del argumento. Lo rural comprende un tipo de relaciones sociales con un componente personal que predominan en territorios con una baja densidad de población relativa. Esta relación personal tiene una fuerte base en las relaciones vecinales, con una prolongada presencia y de parentesco entre una parte significativa de los habitantes.

Diversos autores exploran en esta línea cuando se menciona el tema de la confianza/desconfianza, se alude a relaciones personales (Hernanderz, 1984 e Lehmann, 1970), o la importancia de la familia, las relaciones afectivas y la importancia de la figura del padre en el medio rural (Diáz, 1992). Ello genera condiciones para que las relaciones personales resulten naturales, otorgan sentido a la identidad con el espacio a que las personas pertenecen y adquiere importancia la memoria rural como expresión de la historia local.

Este tipo particular de relaciones sociales genera a su vez, un fuerte control social por parte de las comunidades sobre las relaciones entre las personas. El control social lo estamos entendiendo de acuerdo a Homans (1963), y se refiere a los mecanismos que favorecen la obediencia de las normas y la san­ción de las conductas desviadas. Si bien el libro se dedica al análisis de los grupos pequeños, en el análisis que hace del Pueblo Hilltown se plantea que en las comunidades campesinas efectivamente hay un mayor control social.

Localidades estudiadas en la Región de Valparaíso en Chile, como El Encón, Coimas, Rinconada de Silva, Rinconada de Guzmanes y otras en el Valle de Putaendo (Barahona, Aranda e Santana, 1961) son un fiel reflejo de loca­lidades rurales con intensas relaciones de parentesco y de vecindad prolon­gada. Ello no quiere decir que las relaciones personales sean siempre relaciones de colaboración y de amistad. Pueden ser de conflicto y de odiosidad, pero son personales.

El hecho de otorgar tanta importancia a las relaciones sociales de tipo personal implica revalorar la noción de “comunidad “y de “sociedad“ de Ferdinand Töennies, ya analizada, como tipos ideales (Töennies, 1973). La primera se basa en relaciones esenciales, de parentesco y de inter­de­pendencia y en una economía basada en correspondencia de intereses. Por su parte, su concepto de sociedad se refiere a relaciones voluntarias, arbitrarias y contractuales.

Esta combinación de relaciones sociales determinadas con una base territorial dada se la puede expresar a través de la combinación de períodos de tiempo y dimensiones de espacio.

Se considera como característico de lo rural aquellos espacios relativamente pequeños, con largos períodos de tiempo. Por el contrario se aleja de lo rural aquellos espacios más amplios que consideran períodos de tiempo breves. Ello explica que lo rural significa considerar grupos relativamente pequeños, dentro del ámbito donde las relaciones personales se puedan desarrollar y donde la micro historia tiene un peso importante en la vida de las comu­nidades en la actualidad. Lo urbano es sinónimo de relaciones sociales pura­mente secundarias e instrumentales, donde predomina lo caduco y lo fútil (Sennet, 2001).

Esta situación explica el profundo impacto que tuvo en las comunidades rurales de Chile el funcionamiento de los servicios de inteligencia durante la dictadura militar que se tradujo, en una medida importante, en la profunda quiebra en los lazos de solidaridad de esos grupos.

Lo rural, en definitiva, a pesar del proceso de globalización en marcha, es una de las condiciones que permite mantener algunos rasgos de identidad frente a las fuerzas globales y homogéneas que se expresan a través de los medios de comunicación, del consumo, etc.

3. En cuanto a su alcance.

Esta proposición incluye determinados espacios normalmente considerados como urbanos como parte de la ruralidad.

Como señala A. Schejtman (1999), normalmente en la literatura se ha des­tacado el papel de la agricultura en el desarrollo desde el ángulo de lo urbano – industrial y se refiere a la transferencia de recursos del campo a la ciudad (fuerza de trabajo, alimentos, etc.). Pero también se puede plantear la pregunta al revés ¿cual es el papel que podría tener el núcleo urbano en el desarrollo de su entorno rural? Mejor todavía resulta plantear la necesidad de analizar las articulaciones que se establecen entre lo urbano y lo rural, como condición para entender el funcionamiento de la economía y la política local.

Este mismo tema ha sido tratado cuando se señala que se debe “reexaminar la problemática del desarrollo rural (para) insertarla en el marco del desarrollo de las economías locales, es decir enfatizar las articulaciones entre el núcleo urbano y su hiterland agrícola, analizando como se entrelazan los distintos mercados y como inciden sobre su funcionamiento los deter­minantes externos. En este marco pueden crearse espacios de participación sustantiva y plantearse tanto los temas de transformación productiva, como los de pobreza y medio ambiente“ (FAO, 2000) 

El hecho que en esta figura el mundo rural se sitúa al centro y no en la periferia como hubiera sido lo habitual, tiene una explicación. Lo que se quiere resaltar, es que el foco de las relaciones sociales propias de la ruralidad, se encuentran en el centro del esquema de interpretación.

En cuanto al alcance, es necesario considerar dos dimensiones.

a) El alcance que tiene este tipo de relaciones en concentraciones urbanas, y

b) El grado de integración a los servicios, mercados, etc.

Con respecto a lo primero, el tipo de relaciones sociales que se desarrolló en el punto anterior, desde un eje que puede ser considerado como su punto focal, se extiende hacia espacios más densamente poblados, hasta que se extingue la relación personal y pasan a primar las relaciones funcionales.

Para tratar el segundo parece conveniente una calificación más fina de lo que se entiende tradicionalmente por centros urbanos. El análisis de los datos de la Región del Maule en Chile puede ayudar a entender mejor la complejidad del fenómeno. En primer lugar, se presenta la información ordenando las comunas por tamaño de población y luego se avanza en la distribución de la población entre entidades urbanas y rurales. El hecho que el análisis se efectúe para el caso de esta Región tiene solo un alcance ilustrativo, a modo de ejemplo de la realidad que se puede encontrar en otras Regiones del país.

Comunas de Acuerdo a Número de Habitantes. VII Región del Maule.

 

Número de habitantes

Comunas

Menos de 9.999

Licantén, Vichuquén, Rauco, Empedrado, Pencahue y Pelluhue (6)

10.000 – 24.999

Romeral, Sagrada Familia, Hualañé , Pelarco, Río Claro, Maule, Curepto, Yerbas Buenas, Colbún, Retiro, Villa Alegre y Chanco (12)

25.000 – 49.999

Teno, Molina, San Clemente, Constitución, Longaví, Parral, San Javier y Cauquenes (8)

50.000 – 74.999

No figura ninguna

75.000 – 99.999

Linares (1)

Mas de 100.000

Curicó y Talca (2)

Fuente: Censo de Población 1992.

 

Un segundo paso consiste en ordenar esta información de acuerdo a las categorías censales. Para el Censo de Población de 1992 no se consideró la infraestructura urbanística como criterio de distinción entre lo urbano y lo rural [6] , sino más bien la concentración de viviendas y el predominio de población económicamente activa. Así, los asentamientos concentrados o dispersos con 1.000 o menos habitantes o entre 1.001 y 2.000 con una predominio de población económicamente activa en actividades primarias fueron definidos como rural.

En el caso de las 6 comunas que tienen menos de 10.000 habitantes, todas tienen una población rural importante, llegando en un caso a no registrar población urbana (Comuna de Vichuquén).

En las 12 comunas medianas (entre 10.000 y 25.000) las diferencias porcen­tuales en favor de la población rural son aún mayores y su variación va desde el doble de población rural con respecto a la urbana hasta convertirse en 5 veces.

En las 8 comunas medianas - grandes se puede observar que en una mayoría de ellas la población se ubica en asentamientos urbanos (5, que son Constitución, Parral, San Javier, Cauquenes y Molina), mientras las tres comunas restantes tienen un predominio de población rural (San Clemente, Longaví y Teno).

Finalmente, en las comunas grandes, que corresponden todas a las capitales provinciales, la población rural es claramente minoritaria. En estos casos cabe la observación de Isabel Hurtado quién reflexionando para el caso del Perú, ubica los “espacios regionales “ como un nivel intermedio entre lo nacional y lo local, donde a través de éste, lo rural se encuentra presente (Hurtado, 2000).

En consecuencia, es necesario revisar las cifras. De acuerdo al Censo de Población en el año 1992 el país tenía un 16,5% de población rural con una proyección para el año 2001 del 14,2%. Para el caso de la Región del Maule, el año 1992 tenía un 40,2 de población rural con una estimación de un 36,4% para en el año 2001. La nueva mirada sobre la ruralidad que se sugiere significa un aumento sustantivo de la ruralidad, al menos desde la Región del Maule al sur.

A esta misma realidad se refiere un agudo columnista de la realidad nacional cuando escribe: “El sector agrícola esta subrepresentado en las cifras macroeconómicas y poblacionales. Temuco, Osorno y San Fernando dependen de la actividad agropecuaria (lo rural, sería más preciso) más que de la industria o servicios. Aunque sus habitantes, según las estadísticas, aparecen como urbanos... son rurales y dependen del campo. Como buena parte de los transportistas y comerciantes desde la Región Metropolitana al sur “(Barros, 2001).

El tipo de relación social que caracteriza la ruralidad depende, en un grado importante, del grado de articulación entre los habitantes rurales tradicionalmente considerados como tales y los habitantes de concen­traciones urbanas, depende de los grados de integración que exista entre estas concentraciones urbanas y su entorno rural.

Estos grados de integración tienen que ver con el acceso a servicios (edu­cación y salud), a los mercados, etc. Hay evidencia de estudios que señalan que los habitantes rurales que tienen sus hogares más cercanos a los muni­cipios son los que concentran los beneficios sociales (Bello B., 2000). A su vez, el grado de integración que existe entre los centros urbanos y la periferia rural crea las condiciones para que el tipo de relaciones personales predominen.

En cuanto al funcionamiento de los mercados, interesa destacar los fenó­menos que ocurren en el ámbito del mercado laboral. Hay que destacar que los mercados de trabajo urbano y rural tienden a integrarse y a terminar con la segmentación que se observó en el pasado. Por un lado, se observa el hecho de que trabajadores y sus familias que viven en ciudades y trabajan en el campo, sea en forma permanente o temporal. Por el otro, se da el hecho que trabajadores y familiares que tienen residencia en lo rural trabajan en las ciudades.

En el caso de las comunas chicas, menores de 25.000 habitantes, se puede esperar un alto grado de integración. En las comunas medias, con menos de 75.000 habitantes, se puede esperar un grado de integración parcial, mientras que en las comunas grandes (corresponden a las cabeceras provinciales, con la excepción de Cauquenes), una parte de ellas tiene algún grado de integración.

Como señala María Nazareth Wanderley, el espacio local es por excelencia el lugar de convergencia entre lo rural y lo urbano (Baudel Wanderley, 2001). En esta línea de argumentación, la autora sostiene que el municipio pequeño es parte integrante del mundo rural y se extiende hacia los municipios más grandes, en la medida que las relaciones sociales personales predominan.

En consecuencia, la noción de lo local parece adecuado como concepto para dar cuenta de lo rural como la integración del entorno rural en centros urbanos, donde se observa un predominio de población rural.

Por este conjunto de razones, se excluye el uso de “sector rural“ y más bien se plantea “el mundo rural“ o “lo rural“, como lo hacen los autores que han trabajado el tema de la nueva ruralidad.

Es necesario hacer dos alcances. Uno en cuanto a la gradualidad; otro sobre el tránsito que realizan los mismos individuos entre los dos mundos.

La gradualidad significa que se deben considerar toda una gama de situa­ciones intermedias entre un predominio de lo rural y la ausencia de ello. No se trata de una situación dicotómica o de negro y blanco, sino de grados, de tonalidades.

En cuanto a lo segundo, se pueden dar condiciones donde los diferentes contextos condicionan el tipo de relaciones sociales que se establecen. Una joven que vive con su familia en una vivienda rural y que trabaja como dependiente de una tienda ubicada en la ciudad, dependiente de una cadena comercial nacional, establecerá diferentes tipos de relaciones sociales, depen­diendo de si se encuentra en la vecindad rural o en la tienda. A su vez, un ejecutivo tendrá diferente tipo de relaciones sociales durante la semana en la empresa en que trabaja de las que establecerá en el entorno de la parcela de agrado que tiene cerca de la ciudad.

Este propuesta se inserta en la perspectiva teórica de la microsociología, definida inicialmente por George Gurvitch. [7] Esta se propone “explicar fenómenos y procesos sociales analizando unidades más pequeñas de la sociedad, comprendidos en la interacción directa de individuos y en su dependencia respecto de las estructuras sociales que componen su entorno” (Robles, 1999). A su vez, también se inserta en la etnometodología, un importante paradigma de la sociología formulado inicialmente en la década del 60 del siglo pasado, que plantea el estudio de los métodos, las opera­ciones y los procedimientos que emplean los individuos para construir sus vidas cotidianas. La etnometodología ha sido definida como una suerte de viaje desde las explicaciones preestablecidas al “mundo del sentido común“.

 

Reflexiones finales

Dentro de esta concepción, se evita el uso del término“sector rural“ y más bien se plantea “el mundo rural“ o “lo rural“, como lo hace la mayoría de los autores que han trabajado el tema de la nueva ruralidad.

Esta combinación de relaciones sociales determinadas con una base territorial dada, se la puede expresar a través de la combinación de períodos de tiempo y dimensiones de espacio. Se considera como característico de lo rural aquellos espacios relativamente pequeños, con largos períodos de tiempo. Por el contrario se aleja de lo rural aquellos espacios más amplios que consideran períodos de tiempo breves. Ello explica que lo rural significa considerar grupos relativamente pequeños, dentro del ámbito donde las relaciones personales se puedan desarrollar y donde los antecedentes pro­venientes de la micro historia tienen un peso importante en la vida de las comunidades en la actualidad. Lo urbano es sinónimo de relaciones sociales puramente secundarias e instrumentales, donde predomina lo caduco y lo fútil. De allí la pertinencia de la microsociología y del enfoque etnome­todológico para abordar el estudio de la ruralidad.

Además, si se considera el enfoque propuesto, se debería discutir el tema de las dimensiones que tiene la ruralidad en el país.

El debate sobre la nueva ruralidad debe llevar a que los diferentes inte­resados en el destino de las poblaciones rurales desarrollen miradas reno­vadas sobre esta realidad.

Para el mundo académico, significa redefinir el objeto de estudio sobre lo que tradicionalmente se consideró como lo rural, muy vinculado estricta­mente al ámbito de la producción agropecuaria. Una nueva visión debe abarcar un espectro mayor de actividades y desde el punto de vista de la sociología, privilegiar el tema de las relaciones sociales como una pers­pectiva profesional muy propia de la disciplina.

Los dirigentes sociales rurales, sean empresariales, por cuenta propia, de asalariados, de entidades sociales, culturales etc., deberán ampliar el es­pectro de sus potenciales bases y tener una mirada hacia la diversidad que incluye esta nueva ruralidad.

Por su parte, los políticos encargados de definición de programas de desarrollo rural deberán asumir que los problemas de la ruralidad no pueden ser tratados mediante miradas sectoriales y con un exclusivo énfasis productivista. Solo mediante programas que consideren la multiactividad que se desarrolla en la ruralidad y la integralidad de las acciones podrán tener un impacto para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de los habitantes rurales.

Para terminar, interesa destacar dos ideas fuerzas que fueron recientemente destacadas en una reunión que se desarrolló hace unas semanas en la Cepal en Santiago (Berdegué, 2001).

La primera fue la entrega de evidencia empírica que demuestra que la pobreza rural en Chile está siendo derrotada. Antecedentes entregados en la reunión muestran, de una manera irrefutable que los pobres rurales hoy son menos pobres que en el pasado reciente. Este es un hecho fundamental que debe ser valorado, aunque es mucho lo que se debe avanzar.

La segunda se refiere a una evaluación sobre la concepción que sirve de fundamento a las políticas aplicadas a los programas que pretenden revertir la situación de carencia de las poblaciones rurales. Estas, de acuerdo a Julio Berdegué, com el qual concuerdo, tienen su base en concepciones válidas en los años 60 del Siglo pasado, pero que no tienen pertinencia en la actualidad.

La importancia de estas dos ideas presentadas, entre otras razones, justifican que la polémica sobre la nueva ruralidad deba continuar.

 

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Notas

[1] Seminario Internacional: La Nueva Ruralidad en América Latina. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Estudios Ambientales y Rurales. Maestría en Desarrollo Rural. Bogotá, 22 – 24 de Agosto 2000.

[2] Así lo afirma el clásico de la historia de la sociología: Nicolás S. Timasheff. La Teoría Sociológica. Fondo de Cultura Económica. México, 1963.

[3] Ver Norma Giarracca y Paula Gutiérrez. Una Aproximación a los Estudios Agrarios en Europa y los EE.UU. en este siglo. En: Estudios Rurales. Teorías, problemas y estrategias metodológicas. Norma Giarracca, Coordinadora. Editorial La Colmena, Buenos Aires, 1999.

[4] A Systematic Source Book in Rural Sociology. The University of Minnesota Press, Mineapolis, 1930. En José de Souza Martins. Introdução Crítica a Sociología Rural. Editorial Hucitec, São Paulo, 1981.

[5] Se ha traducido “novo rural “ por “nueva ruralidad “.

[6] Para tener una idea sobre los cambios se pueden mencionar los diferentes criterios que se han usado. En 1960 el censo definió como áreas urbanas aquellas agrupaciones de viviendas, en torno a un servicio, que tienen un nombre común y más de 200 habitantes. En 1970, se privilegió el número de viviendas y el criterio mínimo para ser clasificado como urbano fue 40 viviendas agrupadas. En 1982 se subió el número de viviendas a 60 con un mínimo de 300 habitantes.

[7] Sociólogo ruso nacido en 1896, vivió en Alemania, Checoslovaquia, Estados Unidos y se estableció en Francia. Fue quién estableció la distinción entre la microsociología y la macrosociología y dio origen a la sociología fenomenológica.