Scandogliero, María Susana Bonetto de y Martínez, Fabiana. Las palabras de Menem. Representaciones neoliberales en el discurso nacional populista. En revista: Anuario: Nro 1. CIJS, Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Cordoba, Cordoba, Argentina. 200?. 

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LAS PALABRAS DE MENEM.  REPRESENTACIONES NEOLIBERALES 

EN EL DISCURSO NACIONAL POPULISTA*

 

María Susana Bonetto de Scandogliero**

Fabiana Martínez***

 



Sumario: El proyecto consiste en el análisis, del discurso pre y post electoral de Menem en relación al contexto histórico y político a fin de relevar la formación de nuevas subjetividades y programas políticos y su significación y relevancia desde la perspectiva de la teoría política.


 

INTRODUCCION

 

Aunque el discurso político ha sido tomado como objeto de análisis desde diversas perspectivas teóricas, en general los estudios realizados hasta el momento han considerado los lenguajes políticos como entidades inmanentes, y han sido analizadas desde el punto de vista de su propia estructura más allá de sus relaciones con el contexto de producción y de los sentidos que adquiere en el marco de los procesos históricos específicos y de los juegos políticos que los engloban.

La función relevante que cumplen contribuye a la realidad de lo que anuncian y gestan un consenso práctico que se traduce a su vez en disponibilidad de cierto capital político. En este sentido, uno de los aspectos que se tendrá en cuenta es la descripción de los sujetos y hechos o aspectos sociales tematizados en los discursos, es decir, la construcción de los escenarios y actores políticos legítimos. El objetivo general del estudio es determinar, más allá del análisis de las diferencias entre los tiempos pre y postelectorales, qué escenario político construyeron estos discursos en el contexto de la consolidación democrática. Es decir, a qué valores apelaron, qué sectores sociales fueron constituidos como adversarios o como protagonistas, qué problemas (políticos, sociales, económicos) adquirieron relevancia, qué demandas y qué estrategias de acción fueron priorizadas.


 

PERSPECTIVAS SOBRE EL DISCURSO Y EL CONTEXTO POLITICO

 

En este caso, el análisis del discurso se realiza a partir de algunas hipótesis formuladas desde el ámbito de la cultura política y pretende tener en cuenta las relaciones de éste tanto con el contexto histórico general como con las condiciones particulares del enunciador en momentos pre y post electorales.

Afirmar la relación del discurso con el contexto en el que se produce exige por un lado, una conceptualización teórica adecuada que en este caso se orienta al campo político fundamentalmente; y por otro, una descripción de los aspectos que se considerarán relevantes respecto a1 contexto histórico. Se trata, en ambos casos, de la construcción de un objeto de estudio a partir del cual se han elaborado también metodologías e instrumentos de análisis específicos.

 

a) El lenguaje y la construcción de la realidad social

Para Eliseo Verón[i], la realidad de lo social, es decir, la representación de sistemas, relaciones, formas de organización, se construye en y a través de múltiples procesos discursivos que se presentan al investigador, en el plano empírico, como paquetes de discursos o configuraciones de sentido sobre un soporte material (textos, imágenes, cuerpos). Si por un lado el discurso puede ser entendido como acción y proceso social, por el otro los procesos sociales son comprendidos de una manera general como formas de producción de sentido. La consideración de la dimensión social del discurso genera dos consecuencias teóricas de importancia:

En primer lugar, el reemplazo de una concepción "expresionista" del lenguaje como manifestación transparente de una realidad previa por una consideración del lenguaje como elemento constitutivo de la práctica social y articulador de la realidad. Las teorías construccionistas han marcado la relatividad del mundo social insistiendo a la vez en la relevancia que adquiere el lenguaje, entre otros sistemas simbólicos, en la definición y construcción de la realidad social[ii].

La realidad social en el discurso es, por lo tanto, un "efecto de sentido" que reúne a la vez conocimientos sociales, representaciones colectivas y construcciones imaginarias.

En segundo lugar, se ha señalado que la estabilidad de las definiciones es relativa: existen múltiples definiciones que circulan y confrontan entre sí, representaciones sociales que se realizan no en un único proceso discursivo sino en una red interdiscursiva que asume formas históricas cambiantes y en la que se definen diversas líneas de fuerzas. En este sentido existe una pluralidad de puntos de vista que participan en conflictos por la imposición de su propio trabajo de representación. La multiplicación de las perspectivas no supone ni el aislamiento de los puntos de vista ni su coexistencia: la lucha por la legitimidad se realiza en una trama de tensiones y fuerzas en la que una u otra visión del mundo logra ser instituida como hegemónico. En términos de Bourdieu, existe una “lucha simbólica por la producción del sentido común, o más precisamente, por el monopolio de la nominación legítima como imposición oficial, es decir explícita y pública, de la visión legítima del mundo social”[iii]. Para este autor, la eficacia simbólica de las representaciones se relaciona con la posibilidad de estructurar la percepción que los agentes tienen del mundo social instaurando a través del ejercicio del poder de nominación nuevas divisiones y nuevos criterios de constitución de grupos.

Existe entonces una pugna constante por obtener el monopolio de la imposición de una visión del mundo: para una palabra política que nombrando, previendo, haciendo posible y, en fin, prescribiendo al describir contribuye a la constitución de la realidad que anuncia[iv]. Competencia que se da en el contexto de un mercado político en el que las ofertas, según el nivel de consenso obtenido, ocupan diferentes posiciones que a su vez, definen el sentido o la "autoridad" del discurso político. En este campo político, los intercambios discursivos son también relaciones de poder simbólico, en los que se actualizan las relaciones de fuerza tanto de los enunciadores con sus demandantes como con sus adversarios o competidores según el reconocimiento obtenido.

Si, en parte, la política se constituye en el juego de la pugna de los diferentes trabajos de representación del mundo social el análisis del discurso político puede orientarse a la consideración de la visión del mundo que pretende imponerse como legítima y de los criterios de división y constitución de grupos que permiten la delimitación de los "sujetos políticos legítimos". Es decir, describir que nuevos límites y fronteras fueron constituidos en el orden de lo simbólico y en la pugna por la obtención de la nominación legítima, en relación con las estrategias simbólicas del portavoz oficial del partido político en un contexto electoral que es imperativo práctico y en el que se pone en juego el capital simbólico acumulado, o sea, el reconocimiento previamente obtenido y sancionado en el mismo campo.

Estas relaciones pueden ser pensadas como "una trama de significantes diferentes que se articulan, compiten, asocian, desconectan o yuxtaponen en los conflictos por el sentido del orden con que los individuos vivimos nuestras relaciones sociales”[v]. En el marco de estos mapas siempre cambiantes, que representan el esfuerzo por dotar de sentido y legitimar la acción y la esfera de lo político, algunas formaciones discursivas adquieren posiciones hegemónicas al presentarse como discursos creíbles, verosímiles, capaces de generar consenso. Tal hegemonía, capital simbólico y político inestable y cambiante, se genera a partir de una serie de operaciones que tienden a desarticular al adversario político y definir el temario público legítimo.

Se trata, por lo tanto, de la reconstrucción, más que de una práctica política, de una parte del trabajo simbólico cuyo producto es una nueva y diferente visión del orden político y sus divisiones más relevantes. Reconstrucción que, por otro lado, tiene en cuenta el contexto en el que se realiza esta disputa por la definición del "buen orden político”.

Los discursos políticos se ubican en las condiciones que el mismo campo presenta y en las transformaciones que regulan tematizaciones, contenidos, formas de circulación y procesos de recepción. Los diferentes temas que un discurso selecciona y jerarquiza forman parte de lo que en un determinado momento es posible pensar como lo opinable o verosímil, y más aún, hay ciertos temas que un discurso político, para constituirse con o tal, no puede soslayar. Sí está inmerso en un "marco de época" es imprescindible, entonces, considerar algunos procesos políticos que actualmente representan transformaciones radicales.

 

b) Sobre el contexto histórico

En el marco de los procesos en marcha de transición y consolidación de la democracia en América Latina el eje articulador de los debates se ha desplazado desde la revolución (década del 60 y 70) a la democracia, constituyendo éste el tema central a partir de los 80. Los aspectos más relevantes de este nuevo ambiente de revalorización de la democracia han sido considerados por Lechner[vi]. Este autor señala, en primer lugar, la superación de la descalificación de la llamada “democracia formal” al normalizarse la necesidad de instaurar reglas de juego' que permitan defender los distintos Intereses y negociar un acuerdo sobre las opiniones en pugna, lo que surge, más que de una reflexión puramente teórica, de la experiencia vivida bajo los regímenes autoritarios. Por otra parte, el reconocimiento, aún por parte del pensamiento de izquierda, de la compleja diferenciación social en América del Sur que ya no permite concebir la lucha por la libertad y la igualdad en términos esencialistas.

Inmersos en este clima "político cultural" debemos introducir las consideraciones que hacen al "debate teórico sobre la democracia" y referirlo a sus posibilidades de efectivización en los concretos procesos latinoamericanos. En primer lugar se debe distinguir entre procesos de transición y procesos de consolidación democrática porque se enfrentan a distintas prioridades de problemas. En el primer caso, la discusión sobre la democracia tiende a ser más paradigmático, buscando legitimar un orden alternativo al orden autoritario con todas las dificultades que en la realidad supone el hecho de que no se haya producido una ruptura radical entre ambos.

Una vez instaurada una institucionalidad democrática (consolidación) la atención se vuelca hacia problemas concretos, y el debate comprende temáticas sectoriales (inflación, desempleo, temática social, sistema educativo, etc.). Pero, todas las tendencias que dan cuenta de este nuevo clima se encuentran con serios obstáculos en la realidad, ya que no se apoyan en hábitos establecidos y en normas reconocidas por todos.

No se trata de la restauración de normas regulativas sino de su creación y, según Lechner, el inicio del juego democrático y el acuerdo sobre las reglas de juego son dos caras del mismo problema. De ello se desprenden diversos aspectos problemáticos. Un primer eje de debate se refiere a la articulación entre formas institucionales y contenidos políticos. Frente a la gravedad de la crisis económica, los sectores democráticos populares tendieron a demandar un proyecto de desarrollo societal capaz de responder lo más amplia y rápidamente las reivindicaciones sociales.

Las estructuras existentes en los países latinoamericanos, los menos favorecidos en la Inserción en las actuales estructuras capitalistas en el orden internacional interdependiente (siendo esta interdependencia asimétrica), condicionan negativamente estas demandas.

Esto conduce a la incertidumbre sobre la persistencia de la fuerza vinculante de los procedimientos formales aceptados por todos. Sería necesario elaborar junto con las reglas de juego algún fundamento normativo por medio del cual éstas adquieran sentido. Pero en estos procesos no existe todavía un acuerdo común sobre la significación de una política democrática. Hay que redefinir lo posible, no como perspectiva unilateral de cada acto, sino como obra colectiva. En este marco de disputa por el sentido de las nuevas democracias instauradas, la pugna se plantea como conflicto entre diferentes propuestas del "buen orden"; lo que puede describirse como una lucha simbólica por la imposición de la visión legítima del mundo.

Este panorama se hace más complejo aún con las nuevas tendencias emergentes a mediados de la década de los 80. Las transformaciones producidas a escala mundial y sus efectos en la región evidencian una profunda reformulación de las estructuras no sólo político - económicas sino también los marcos perceptivos.

En ese contexto los procesos de consolidación democrática, en cuyos inicios se encuentra inmerso el discurso analizado, aparecen ya influenciados por el afianzamiento de ciertas tendencias.

En primer lugar, debemos destacar la relativa pérdida de centralidad de la política y su reformulación, en términos de su desvanecimiento como instancia decisoria privilegiada en la regulación y coordinación de los procesos sociales. Se advierte un avance del mercado como espacio relevante de regulación social[vii].

Por otra parte, y en el marco de la incertidumbre de sentido sobre las "democracias posibles" también se advierte el surgimiento en estos procesos en curso de una peculiar variedad de democracias políticas: "las democracias delegativas"[viii], en las que se evidencia una devaluación de los mecanismos representativos, en conexión con un debilitamiento del poder infraestructural del Estado. Todo esto se traduce en un repliegue político de los ciudadanos que "delegan" sus reclamos en un nuevo tipo de líderes: los "caudillos minimalistas"[ix], quienes se comprometen a obtener resultados pero a partir de la redacción de la participación y la desmovilización de los sectores populares.

Finalmente, entre las tendencias políticas emergentes más relevantes constatar en Latinoamérica la pérdida del modelo de partidos con fuertes identidades partidarias, altos umbrales de movilización social y sólidos lazos con un electorado cautivo[x] . Este modelo cede frente a los "partidos profesionales electorales" signado por el predominio de los que ocupan cargos electivos en detrimento del aparato partidario. en una amplia y difusa base electoral y una creciente influencia de profesionales y técnicos. Pero, como señala C. Tcach[xi], a diferencia del "catch all party' europeo, su realización latinoamericana, forzada al calor del ajuste estructural está inmersa en la tensión entre los requisitos de la acumulación y la necesidad de legitimar el sistema democrático y, en definitiva, priorizar la estabilidad frente a las interpelaciones sociales.


 

 METODOLOGIA DE ANALISIS. CORPUS. CATEGORIAS

 a) Corpus

El universo de análisis está constituido por todos los discursos publicados en el diario Clarín correspondientes a Menem seis meses antes y seis meses después de la fecha de las elecciones generales (14 de mayo de 1989). En total, el período relevado abarca desde el l° de diciembre de 1988 hasta el 15 de noviembre de 1989.

Varias razones justifican el tipo de corpus constituido. A diferencia de los análisis realizados en nuestro país, que trabajan sobre algunos discursos tomando fragmentos que ejemplifican las afirmaciones, en este caso el corpus está formado por el discurso directamente atribuido a Menem, y se han excluido comentarios, entrevistas, declaraciones oficiales de otros funcionarios, portavoces. No desconocemos que el mismo discurso periodístico opera corno mediación del discurso político realizando su propia selección y presentación del mismo, sin embargo tiene la ventaja de presentar una amplia difusión: más allá de los efectos que pueda producir, es una de 1as formas en las que efectivamente se da a conocer en la sociedad. Por otro lado, es casi imposible acceder por otros medios a los discursos pronunciados por los políticos.

Desde esta perspectiva, no existe un diario más “objetivo” que otro ya que cada uno construye los acontecimientos desde su posición y con estrategias específicas. Clarín ha sido seleccionado por dos razones operativas: por ser nacional y por presentar más reproducciones directas que el resto de los periódicos disponibles.

Respecto al anunciador, es necesario aclarar que nos interesa no tanto el sujeto Menem como la posición que autoriza sus enunciados otorgando cierta legitimidad a su palabra política, como representante oficial de un partido, reconocido en elecciones internas y candidato a Presidente. Como afirma Maingueneau[xii] , en la perspectiva del análisis del discurso "no se trata de considerar un corpus en tanto que ha sido producido por tal o cual sujeto sino en tanto que su enunciación es el correlato de una cierta posición socio-histórica".

En cada ficha de análisis fue consignado el tiempo (pre y post-electoral). A partir de esta diferencia, la base de datos permitió trabajar estadísticamente sobre dos subconjuntos: los discursos del período pre-electoral y los discursos del período post-electoral. El procesamiento estadístico permitió obtener frecuencias generales de aparición de las variables y cuadros de doble entrada que cruzaban las variables de las, distintas categorías con la variable tiempo permitiendo comparaciones. Finalmente, las conclusiones parciales y finales se elaboraron seleccionando las variables que presentaban porcentajes significativos de aparición.

A lo largo del procesamiento estadístico debieron resolverse varios problemas ocasionados por la heterogeneidad de cada unidad de registro: cada discurso representaba una configuración particular en la que aparecían de manera desigual, unos u otros componentes. Sin embargo, en estos casos, el. análisis cuantitativo presenta estos límites que constituyen en definitiva su condición de posibilidad y que exigen una constante readecuación de los métodos respectivos.

Por otro lado, no se realizaron eliminaciones previas y fueron. consignadas las variables que presentaban escasas ocurrencias.

 

b) Metodología

Las técnicas estadísticas aplicadas al estudio del discurso han sido cuestionadas respecto a los criterios de selección de los temas considerados relevantes, ya que en muchos casos provienen más que de los propios textos, del interés del investigador que selecciona en base a un saber histórico previo, ciertos temas. Así, el criterio de selección opera a priori, a partir de los presupuestos del análisis en donde predominan saberes históricos. En nuestro caso, el análisis tiene como punto de partida el relevamiento completo de la superficie discursiva y se realiza teniendo en cuenta las siguientes condiciones.

- el relevamiento estadístico es un método auxiliar, que exige un marco teórico capaz de conceptualizar y seleccionar las unidades y sus relaciones y no supone como dadas formas lexicales transparentes. Exige adecuación al tipo de corpus que se pretende estudiar.

- las unidades de análisis se seleccionan en función de un primer relevamiento del texto que permite definir recurrencias significativas y constantes temáticas.

- el análisis y la interpretación de estas unidades debe posteriormente considerarlas en relación a contextos enunciativos más amplios reconstruyendo sus relaciones de correspondencia, oposición, superposición y resemantización.

Para la interpretación, cada elemento debe ser puesto en relación con aquellos con los que aparece asociado o en oposición, porque es en este sistema que adquiere un significado específico. De esta forma, cada palabra o expresión adquiere una carga semántica específica en el marco de un conjunto de empleos y ocurrencias: los términos no se yuxtaponen entre sí sino que “constituyen un sistema donde las unidades se encuentran coordinadas entre sí u opuestas las unas a las otras”[xiii]. Así, formas lexicales aparentemente simples como "pueblo", “democracia”, “libertad”, están en realidad rodeadas de una indeterminación semántica que permite que adquieran distintos significados según los contextos en los que se especifican. Por otro lado, y como ya se ha afirmado, cada discurso político pretende siempre la imposición de sus propios sentidos. En este sentido, para B. Gardin[xiv] todo discurso construye dos diccionarios: el propio y el del adversario, a fin de imponer los propios significados como legítimos y desarticular los contrarios.

c) Categorías de análisis

Para el relevamiento de los discursos se utilizó una ficha de análisis específicamente confeccionada para las funciones, entidades y componentes más significativos del discurso político, compuesta básicamente por las categorías propuestas por E. Verón[xv] . Aunque este autor se plantea como objeto de estudio el discurso político en general, la definición de las categorías considera ejemplos y rasgos estructurales característicos del discurso pre-electoral. Éste es el modelo implícito cuando, tanto en la elaboración de los conceptos generales como en el estudio de casos concretos, se desarrollan puntos como la importancia de los "indecisos" o la disputa por los votos. Se trata, por otro lado, de una tendencia notable tanto en los diferentes análisis del discurso político como en el estudio de los efectos de medios de comunicación: la producción simbólica en situaciones electorales es un objeto de estudio privilegiado. Saturada de significados, densa en su producción, es en estos períodos cuando se puede ver más claramente la disputa por la hegemonía y la participación en los conflictos por la imposición del sentido. Paralelamente, son escasos los estudios sobre la producción discursiva en períodos de 'ejercicio" del poder.

En nuestro caso, la delimitación de un corpus de discursos pre y post electorales supone continuidades y a la vez diferencias si tenemos en cuenta el cambio de posición del enunciador en el campo político. Es necesario, por lo tanto, ampliar y precisar o en algunos casos reformular, algunas categorías a fin de adecuar la ficha de análisis a los rasgos de cada conjunto de discursos.

En total, la ficha de análisis fue constituida por las siguientes categorías: número de unidad, tiempo, fecha de emisión, enunciador, prodestinatario, paradestinatario, contradestinatario, colectivo, metacolectivo, programático instrumental y consumatorio, descriptivos políticos, económicos y sociales. En esta ocasión, se presentarán solamente los resultados referidos a los tres tipos de destinatarios y a los componentes programáticos consumatorios.

El prodestinatario corresponde al destinatario que participa de las mismas ideas que el anunciador, adhiere a los mismos valores y avala los objetivos políticos. Se trata de aquel sujeto o sector al cual el anunciador adjudica un rol de complicidad o acuerdo previo: presupone una creencia compartida.

El paradestinatario, según este autor, es una categoría que "resulta de una característica estructural del campo político en las democracias occidentales, a saber, la presencia de sectores de la ciudadanía que se mantienen en cierto modo, "fuera del juego" y que, en los procesos electorales, son identificados habitualmente como los indecisos[xvi]. Al paradestinatario va destinado todo lo que corresponde al orden de la persuasión, especialmente la promesa; y en términos más generales es el sector del cual se reclama apoyo o se pretende obtener un aval para cierta gestión. Si bien en los períodos post-electorales no hay votos que disputar, las estrategias de persuasión se orientan hacia la ratificación del apoyo. El enunciador, desde otra posición, como sujeto en el poder actúa en la comunicación como si todavía necesitara un plus de poder, intentando reforzar constantemente el consenso que antes ha obtenido a través de los votos. Como señala E. Landowski[xvii] “cualquiera sea en efecto su posición institucional el sujeto político se presenta a la vez corno un sujeto político real, ya dotado en ciertos límites de un poder-hacer efectivo, y como un sujeto político virtual que requiere corno mínimo un suplemento de poder. Por otro lado, no hay sujeto político con cargo que no haga resaltar la incompletitud de los medios de acción que le han. sido conferidos reafirmando en consecuencia la necesidad permanente de la confianza y el sostén indispensable para la consecución de su misión”. La afirmación indica cómo, aún después de ser electo, el enunciador mantiene la figura del paradestinatario como aquel a quien solicita, ya no los votos, sino ese “sostén indispensable”: la hegemonía más que un estado definitivo es un proceso nunca acabado, y el reconocimiento, una vez obtenido, necesita constante ratificación.

El contradestinatario corresponde a la dimensión Polémica del discurso político: se trata del adversario, aquel con quien se mantiene un lazo de inversión de la creencia. Comprende, más allá de los oponentes electorales, todos aquellos sectores o sujetos a los que se adjudica, en el presente o en el pasado, una acción o idea que amenaza o contradice el orden deseable según el enunciador.

El componente programático está constituido por aquellos enunciados que contienen una promesa, un anuncio, un compromiso. Este componente puede presentarse en diferentes modalidades enunciativas: como promesa, deseo, profecía, Imperativo, deber o afirmación. Se distinguen:

1 - Componente programático instrumental Programas de acciones específicas orientada a una modificación concreta o relacionadas con un actor social en particular. Puede tener como contexto un componente programático consumatorio; respecto al cual son presentadas como medios.

2 - Componente programático consumatorio: Programas de acción general y de mayor alcance que involucran a varios sectores sociales, y que expresan un mayor compromiso con valores que fundamentan en cierto sentido la doctrina de dichos programas.

Estas categorías dan cuenta de lo que en general los autores han considerado los componentes específicos del discurso político y consideran las relaciones entre el discurso y el campo político: las primeras categorías están referidas a la construcción de los sujetos políticos; los programáticos, a los procesos o programas que representan a la vez un tipo de interacción entre los sujetos antes definidos. La interpretación deberá comprender no solamente los tipos de sujetos que se tematizan en cada categoría sino también los criterios de división que permiten constituir tales grupos. Por otro lado, estos son elementos característicos de las mediaciones en las sociedades democráticas: para algunos autores, el rasgo fundamental de los discursos producirlos en sociedades democráticas es la definición tanto de los sujetos políticos como de las normas fácticas que regulan sus interacciones. Como afirma N. Lechner[xviii] “estas relaciones de reciprocidad no se restringen a las relaciones entre sectores preexistentes. Al contrario, cabe presumir que sería mediante tal negociación de expectativas recíprocas que se forman y reforman los sujetos”. En los discursos políticos son fundamentales las interpelaciones que conforman las diferentes identidades inscriptas en el orden social: "lo que otorga a una formación discursiva su unidad interna específica es el sistema de interpelaciones que contiene las maneras en que son nombrados los diferentes destinatarios de los discursos[xix] .

A partir del relevamiento de estas categorías la información obtenida permite realizar dos tipos de análisis:

1° Análisis de la distribución y presencia en el corpus en total y de las variaciones en tiempo pre y postelectoral.

2° Relevamiento de las variables que las constituyen y análisis de las formas predominantes, sus variaciones y las relaciones que se establecen entre diferentes variables y categorías.

En este caso, se han seleccionado los resultados correspondientes al segundo punto.


 

ANALISIS E INTERPRETACION DE RESULTADOS

 

Los gráficos presentan la información simultánea, según los valores obtenidos en cada categoría, de los períodos pre y post-electorales. Se presentan en la primera parte del gráfico las variables que han alcanzado más del 5% en el pre-electoral, acompañadas inmediatamente del valor correlativo al período siguiente. Cuando no la acompaña ninguna barra, significa que ese valor ha desaparecido completamente en el período siguiente. A continuación, y señalado por cambios de color, se presentan en primer lugar las variables que han alcanzado en el post-electoral más del 5%, acompañadas inmediatamente del valor correlativo al período anterior. Cuando la variable tiene más del 5%, no aparece en esta zona del gráfico sino acompañando a la variable en el período pre-electoral y por lo tanto no se repite. Si la variable aparece sola, es porque es específica del período post-electoral y no tiene antecedentes en el período pre-electoral. 


 

PRODESTINATARIO

 

 

PRE-ELECTORAL                          POST-ELECTORAL

 

1. Peronistas                                                 7. Argentinos 

2. Movimiento                                              8. CGT

3. Sindicalistas

4. Nuestros trabajadores

5. Nuestro pueblo

6. Empresarios

 

El prodestinatario es una categoría bastante específica y diferenciada en cada partido, puesto que incluye a los sectores que el enunciador considera ya definidos a su favor, en función de la propia tradición partidaria y el capital simbólico que el partido ha acumulado a su favor.

En este caso, en el período pre-electoral, las designaciones partidarias tienen una presencia importante y muestran la misma distribución de las fórmulas más amplias: el fuerte predominio de una fórmula general como "movimiento justicialista" (36%) acompañado de designaciones más específicas con menor porcentaje de aparición ("los peronistas", 15%; "nuestros trabajadores", 5%).

Sin embargo, en estos períodos es necesario siempre construir un colectivo de identificación lo más amplio posible que permita la convocatoria a diferentes espacios sociales. En general, en este caso se presenta una clara tendencia según la cual se trata de construir un marco amplio de recepción a través de dos estrategias complementarias que agrupan las diversas variables: por un lado, la resemantización de las designaciones más restringidas que antes fundaban la nominación de una identidad colectiva partidaria y que ahora incluyen también "extrapartidarios" o "independientes"; y por otro, la tematización de sujetos no presentes en la tradición retórica del peronismo. La primera estrategia se funda en la ambigüedad de ciertos nombres: "pueblo" ha designado tradicionalmente a la clase obrera como destinatario privilegiado formando parte de un conjunto de designaciones que especificaban su sentido ("pueblo trabajador", "desheredados", "familias obreras", "masas trabajadoras", "pueblo de Perón").

Sin embargo, en estos discursos tiene un alcance más general que engloba a la totalidad de la sociedad según un eje de nacionalidad ("pueblo argentino", "pueblo de mi patria") oponiéndose a otras designaciones específicamente partidarias En este caso, si "pueblo" es un colectivo amplio generalizador, se opone a la representación de otros sectores entre los que aparecen "sindicalistas" (10%), "nuestros trabajadores" (5%), "empresarios" (5%). La segunda estrategia está referida a la presencia, que crece en el post-electoral, del grupo "empresarios". La presencia. simultánea y con la misma frecuencia de sectores sociales opuestos es un rasgo novedoso en relación al discurso tradicional peronista, y en este caso, da por sentarlo el apoyo de estos sectores en lo que es a la vez un anuncio de las posibilidades del "pacto social", uno de los programas principales de su propuesta política.

En el período post-electoral, con el enunciador en posición oficial, se produce una redistribución de las variables. El consenso obtenido permite generalizar más la presencia, de una fórmula amplia, que predomina: "pueblo" (36%). Por otro lado, mientras aumenta notablemente empresarios (18%) desaparecen "sindicatos" y "nuestros trabajadores", con lo cual queda como único sector diferenciado "empresarios" frente a designaciones que responden a otros ejes como "peronistas" (18%), "todos los argentinos" (9%) y "CGT" (9%).

 

 

PRE-ELECTORAL              POST-ELECTORAL

1. Empresarios                        8. Otros sectores políticos

2. Toda la comunidad                          9. F. Armadas

3. Argentinos

4. Pueblo

5. Ciudadanos

6. Marginados

7. Mujeres

Serie A: Valores en el pre-electoral, mayores al 5%.

Serie B: Valores correlativos en el post-electoral.

Serie C: Valores en el post-electoral, mayores al 5%.

Serie D: Valores correlativos en el pre-electoral.

 

El espectro de los paradestinatarios que superan la frecuencia mínima es mayor que en la categoría previa: a la presencia de más fórmulas generales se agrega la diversificación de los sectores particulares. Sin embargo, en este período parece afirmarse la tendencia a lograr un conjunto de destinatarios lo más amplio posible y es notable el predominio de las designaciones generales: "los argentinos" (21%), "el pueblo" (18%), "toda la comunidad" (9%) y "ciudadanos" (9%). Estas interpelaciones que eluden cualquier criterio divisorio se relacionan con un rasgo particular de las campañas electorales en las que siempre se intenta dar un lugar preponderante a "sectores ajenos a la composición del padrón de afiliados y a inquietudes del grueso de la población"[xx] en una apertura capaz de incluir a una totalidad de sectores heterogéneos englobados en fórmulas generales.

Solamente los "empresarios", los "marginados" y las "mujeres", con igual porcentaje de aparición (6%), superan la frecuencia mínima. En estas interpelaciones a los sectores a los que solicita el aval o pretende persuadir, se destacan por un lado "empresarios" y por el otro, "sectores marginados". Se trata, en este caso, de una aparición relacionada también con los cambios socioeconómicos recientes que hacen relevante a un nuevo sector: el de los desocupados. Como afirma Oscar Landi[xxi], la reducción de la industria y el achicamiento de la clase obrera, con el paralelo crecimiento de sectores en estado de extrema pobreza, modificó el mapa social del país: condición extradiscursiva que a su vez el discurso político tematiza en la formación de nuevas identidades políticas. Este nuevo sector parece ubicarse, desde la perspectiva del anunciador, no en la categoría del adherente (prodestinatario) sino en la de los grupos que pretende persuadir En efecto, la disputa por los votos de un sector que no puede considerarse definido (como en el caso de "nuestros trabajadores") y que podría también optar por otros partidos políticos, fundamenta la tendencia a configurarlos como paradestinatarios y no prodestinatarios.

En el período post-electoral disminuye el número de las designaciones generales que se concentran en dos formas: argentinos y el "pueblo", manteniendo un alto porcentaje de frecuencia (23 y 20% respectivamente), mientras que desaparece "ciudadanía", forma poco común en los discursos peronistas. A la vez aumenta la presencia de "empresarios" (9.8%), "marginados" (7.3%) y "Fuerzas Armadas" (7.3%).

Por otro lado, mientras que "otros sectores políticos" tiene un bajo porcentaje en el período pre-electoral (3%) su presencia en el período siguiente con el aumento correlativo del programa consumatorio "unidad nacional", tiene relación con la imagen de una gestión oficial conciliadora con capacidad política para gobernar sobre la base de los' acuerdos construyendo a la vez corno sustento de' su propuesta diferente, una "identidad común nacional". La idea de "reconciliación", relacionada siempre en los programáticos con la promesa del fin de los diferentes conflictos, fue también elaborada en los discursos a través de un imaginario que agregaba a los aspectos más políticos, fórmulas de identificación afectiva basadas en el lazo del patriotismo como principio unificador ("Ha llegado la hora de que cada argentino tienda su mano al hermano, para hacer una cadena más fuerte que el rencor, la discordia, que el resentimiento", "'gesto de pacificación, de amor, de patriotismo"[xxii]). Lazo que, a su vez, operaba como garantía del futuro político y se constituía en el fundamento del papel "fundacional" desde el cual el reciente gobierno anunciaba los nuevos tiempos y el inicio de una etapa diferente. Sobre este argumento de la pacificación se gestó también el consenso para medidas referidas al sector militar: si la ausencia del tema en el primer período puede entenderse como una estrategia de omisión, en el período post-electoral las variables relacionadas con éste aumentan considerablemente. Esto explica que las "Fuerzas Armadas" presenten un porcentaje de aparición del 7.3%, mientras que en el prodestinatario aparece también una nueva categoría: "sectores que avalan el indulto" (4.5%).

Finalmente, aunque en porcentaje mínimo (1.2%) en el segundo tiempo aparecen paradestinatarios que pertenecen al ámbito económico: "inversionistas" y "sector agrícola". Su aparición tiene relación con el aumento en este período de la presencia de los sectores del campo económico, particularmente convocados para el desarrollo de la gestión política.

 

 

PRE-ELECTORAL                          POST-ELECTORAL

1. Funcionarios radicales                                 7. Especuladores

2. Dante Caputo                                             8. Evasores

3. Angeloz                                                      9. Remarcadores

4. Alfonsín                                                      10. Poderes internacionales

5. Radicales                                                    11. Narcotraficantes

6. Ultraizquierda                                              12. Gremialistas

                                                                       13. Periodistas

                                                                       14. Sect. que no están con el indulto

 

Serie A: Valores en el pre-electoral, mayores al 5%.

Serie B: Valores correlativos en el post-electoral.

Serie C: Valores en el post-electoral, mayores al 5%.

Serie D: Valores correlativos en el pre-electoral.

 

Los contradestinatarios del período pre-electoral están dominados en su totalidad por el oponente político. En primer lugar, se presentan "Angeloz" y "Alfonsín" con el mismo porcentaje (19.5%) y aunque son figuras representativas de un mismo partido articulan dos argumentos diferentes. Por un lado, "Alfonsín" representa al gobierno radical de los últimos años al que el candidato critica en varios aspectos y por el otro, alrededor de "Angeloz" se condensan las referencias a las relaciones entre radicales y militares.

En segundo y tercer lugar, con el 18% y el 13% de aparición, se presentan los "funcionarios del gobierno", responsables de los diagnósticos políticos, económicos y sociales negativos, y los "radicales", más relacionados con algunos acontecimientos violentos pre-electorales a través de cuya presentación Menem revierte la asociación peronismo - violencia, trasladando todas las connotaciones negativas al adversario político.

En el período post-electoral la dimensión polémica del discurso se concentra en aquellos adversarios considerados como los responsables del fracaso de la gestión anterior, culpables de los errores de una propuesta de orden que se presenta como ineficiente e incapaz de lograr la gobernabilidad democrática.

La constante presencia del adversario constituye una elaboración por oposición de la propia identidad y es una operación de construcción compleja que incluye más que una mera designación: "Al construir tales enemigos y las tramas narrativas que definen su lugar en la historia, las personas se definen manifiestamente a sí mismas y también definen su lugar en la historia; la autodefinición presta pasión a toda la transacción"[xxiii] .

Los contradestinatarios propios del período electoral se complementan con los descriptivos políticos, constituidos por definiciones. En esta categoría, los radicales en general son presentados como enemigos a partir del relato de una historia en la cual quedan asociados a valores antidemocráticos por varias razones: por colaborar con los militares (12%) y realizar una campaña violenta (17.5%) y por no haber consolidado en la transición las reglas de juego democráticas habiendo fracasado, además, en la resolución de problemas sociales. Así, son presentados como cómplices de un pasado violento que todo discurso "democrático" intenta negar. Por el contrario, los justicialistas han luchado contra los militares (10%) y se presentan a sí mismos como los únicos capaces de garantizar un futuro de democracia pacífica y de "contenido social". En esta estrategia, mediante la cual el anunciador se apropia del orden de la ley, la paz y la democracia, queda integrada la construcción del enemigo y su ubicación en el escenario político del momento: el radicalismo ha fracasado en la transición democrática y no puede garantizar la continuidad de la misma.

En el período pre-electoral hay mayor cantidad de contradestinatarios y se dispersa el porcentaje de aparición.

Un cambio significativo respecto al peronismo tradicional es la presencia en esta categoría de "gremios - gremialistas" (22%) predominando sobre el resto de las variables. Si antes, en la construcción movimientista del Estado nacional los gremios eran uno de los actores principales del proyecto político y social, en este caso aparecen como adversarios que se oponen a la propuesta económica y ya no se identifican con el gobierno.

Los contradestinatarios siguientes ("especuladores" y "evasores", ambos con 10.8%) tienen relación con los adversarios económicos que se presentan como obstáculos a componentes programáticos como "revolución productiva", "desarrollo económico", "estabilizar la economía". Relacionado con éstos, se presenta "comerciantes inmorales, remarcadores". Este subconjunto de variables muestra que los principales opositores ya no son los políticos sino aquellos que no se sujetan a las reformas económicas, las más relevantes a los fines de la gobernabilidad: los oponentes políticos han sido reemplazados por varios grupos de adversarios económicos.

Continúan en orden decreciente los "sectores que no están con el indulto)", los "poderes internacionales", "narcotraficantes", "periodistas que desprestigian el peronismo". Se trata de aquellos actores que descalifican el orden deseable propuesto por el enunciador y que reciben una sanción simbólica al ser negativamente nominados desde el punto de vista de la visión legítima del mundo que construye el Ejecutivo. En relación al pre-electoral, hay un desplazamiento de los criterios de división del mundo social desde el campo político al campo económico que operan ahora en la constitución de los grupos sancionados negativamente, y cuya presencia debe relacionarse con los componentes programáticos y descriptivos.

 

 

PRE-ELECTORAL                          POST-ELECTORAL

 

1. Revolución productiva                                 10. Reordenamiento del Estado

2. Pacto político                                              11. Unidad latinoamericana

3. Soberanía islas Malvinas                             

4. Consolidar democracia                               

5. Unidad nacional                                         

6. Rol activo del Parlamento                           

7. Pacto social

8. Compromiso con desprotegidos

9. Renegociar la deuda

 

Serie A: Valores en el pre-electoral, mayores al 5%.

Serie B: Valores correlativos en el post-electoral.

Serie C: Valores en el post-electoral, mayores al 5%.

Serle D: Valores correlativos en el pre-electoral.

 

 

Estos componentes que implican un compromiso con determinados valores en los que se fundamentan programas generales de acción, presentan la influencia de los cambios estructurales y a su vez evidencian la construcción del orden deseable según estas tematizaciones impuestas, que pueden interpretarse en relación a la división y constitución de los actores legítimos considerados en las categorías previas.

Los valores con mayor porcentaje de aparición, distanciados del resto, son "revolución productiva" (19%) y "rol activo del Parlamento" (16%). El primero promete una transformación económica que permitiría la estabilidad del sistema y que supone Implícitamente un logro de bienestar material para todos. El segundo tiende a garantizar una regla institucional del sistema republicano de división de poderes, que tiene especial relevancia en el Estado de derecho liberal y en las actuales democracias liberales: la siipren-lacía del Poder Legislativo como depositario último del afianzamiento de las reglas de juego liberal - democráticas.

Estas promesas, orientadas sobre todo a garantizar las reglas del sistema político, tienen una doble lectura. Por una parte, implican una reformulación del tradicional discurso peronista en cuanto a la revalorización del Parlamento. Por otra parte, si lo vinculamos con el consumatorio "consolidar la democracia" (5%), está dirigido a garantizar el carácter "democrático" del candidato en oposición a los radicales. "Consolidación de la democracia" remite a un campo discursivo que va desde la transición a la consolidación en la disputa por el sentido de la democracia. La apelación a una consolidación implica, en el contexto electoral, una descalificación de quienes fueron sus garantes luego de la dictadura. Por ello, la democracia inacabada del período anterior exige, según este relato, ser "recuperada".

El siguiente componente programático tematizado en el contexto electoral, "recuperar la soberanía de las islas", (9%), es una respuesta a un problema irresuelto de nuestra historia política, abordado desde una perspectiva más cercana al antiguo discurso "nacional popular".

El programático "pacto social" (7.7%) plantea un interrogante importante: ¿se trata de una propuesta de concertación para una transformación progresiva del orden social en un sentido más igualitario o de un recurso más de legitimación de la dominación orientado sólo a desactivar demandas y garantizar la tranquilidad social?. Por otro lado, este programático se presenta con una frecuencia relevante en el segundo período lo que muestra, no solamente su constancia, sino su progresivo aumento.

"Gobierno de unidad nacional" (6.4%) y "pacto político con otros sectores" (5.1%) presentan un escenario programático conformado según un modelo democrático consociativo basado en el acuerdo político. Esto reenvía a la situación imperante en el momento de la transición donde los pactos políticos solo alcanzaron el umbral de consensos generalizados hacia el sistema democrático, pero no generaron acuerdos programáticos interpartidarios que permitieran avanzar en contenidos de políticas a adoptar y menos en coaliciones partidarias.

"Compromiso con desprotegidos" presenta un porcentaje no demasiado alto (5%) y marca también una diferencia con la tradición peronista por la forma asistencialista más adecuada a una imagen liberal que atiende las demandas básicas de los "menos dotados" que a un imaginario populista que constituyó a los sectores populares como sujetos legitimados para demandar exigencias de justicia social, vivida como derecho y no como dádiva asistencial.

Los aspectos económicos que sostienen su visión de la gobernabilidad económica son "revolución productiva" y "renegociar la deuda externa" (6%). El "nuevo orden económico" se funda en una mejor forma de inserción en la reformulada estructura capitalista interdependiente, pero sin ningún cuestionamiento al orden económico inoperante. La exigencia de "renegociar la deuda" se acrecienta en el período posterior.

En el post-electoral, las categorías presentes en la producción discursiva de Menem que superan el 5% de porcentaje válido de aparición son cinco, algunas de ellas son las mismas del pre-electoral, pero con distinta cantidad de presencia en el discurso.

"Pacto social", de mayor porcentaje (15%), se presenta duplicando los valores obtenidos en el pre-electoral. Así vemos que la lectura y reconstrucción de la realidad por el candidato electo, que luego asume la presidencia, implica la necesidad del consenso nacional para el logro de metas económicas, lo cual si por un lado, evidencia la coherencia de su percepción del logro de gobernabilidad a partir del éxito económico, si lo comparamos con el discurso pre-electoral por otro lado manifiesta como se acrecienta en el post-electoral la necesidad de búsqueda de apoyo de la ciudadana y otros partidos para su logro. Por otro lado, este componente está directamente relacionado con el programático "unidad nacional" (13%), en el que se observa un notable aumento en este período, que remite a la justificación de las medidas que serán tomadas respecto al ámbito militar. La resolución del conflicto militar está centrada en el plano institucional sobre todo en la reformulación del rol de las Fuerzas Armadas y su integración al sistema y en términos de interés general, en la necesidad de sustituir toda posibilidad de revisión del pasado por la "superación" de los conflictos para reconciliar y pacificar a "los argentinos".

Se advierte la continuidad de lo económico, aspecto tematizado a través de componentes como "renegociar la deuda externa" y "'revolución productiva". Estos aparecen también vinculados a "reordenamiento del Estado" (5.1%), categoría relacionada con una transformación del Estado hacia una mayor eficiencia y eficacia en la acción pública.

Otro componente programático consumatorio que adquiere relevancia por su aparición en el segundo período es "unidad latinoamericana" (6.5%) que parece evidenciar la permanencia de antiguas interpelaciones del justicialismo, pero que en alguna medida podría ser resignificado en función de la necesidad de acuerdos económicos como el Mercosur.

Es notable la ausencia, en este corpus discursivo, de toda referencia a valores de justicia social, igualdad e Integración social, en el sentido tradicional del discurso "nacional popular" del cual el discurso peronista es un ejemplo paradigmático.

Así, es clara la inexistencia de componentes consumatorios con contenido social; salvo el caso de "pacto social" que se reitera en ambos períodos con mayor fuerza en el post-electoral. Sin embargo, del análisis global de la producción discursiva es posible extraer el significado de esta categoría en la cual prevalecería mas el sentido de pacificación social para el crecimiento que de acuerdos que reformularan las estructuras socio - económicas en un sentido redistributivo. Esto se refuerza por la presencia acrecentada en porcentajes en el post-electoral de "gobierno de unidad nacional", relacionado con las políticas de conciliación, que representan la necesidad de pacificación y consenso para el éxito de un programa de reformulación de las estructuras socio-económicas.


 

CONCLUSIONES

 

De acuerdo al marco teórico propuesto, la división de los actores constituidos en correlación con la jerarquía que adquieren ciertos programas, construyen y perfilan las propuestas de "orden deseable". Es claro que esta agenda está influenciada por las transformaciones producidas y el desigual peso de las interpelaciones que exigen respuesta. Pero es claro también que la respuesta simbólica del portavoz oficial del partido triunfante, contribuye en parte a la construcción de un orden legítimo, a partir de su poder de nominación y de la posibilidad de imponer su visión del mundo y los criterios de división del mismo.

Se acepta en la teoría política que generalmente en los procesos de transición se focaliza la temática en el fortalecimiento de la democracia y la disputa por el sentido legitimante aceptado en el imaginario social de la misma. En ese marco la división de los actores se constituye según ese eje articulador: son privilegiados los actores "democráticos" mientras que los “antidemocráticos” son descalificados. En el período de consolidación la problemática se vuelca sobre temas concretos y es según la jerarquía que adquieren ciertas temáticas que se perfilan las propuestas de orden.

Es válido entonces interrogarse y analizar a partir del estudio de su discurso qué sentido sociopolítico (e ideológico) tiene su propuesta a partir de los resultados obtenidos en las diferentes categorías propuestas y sus porcentajes de aparición; es decir, a partir de la tematización que realiza tanto de los sujetos como de los problemas y acciones posibles relevantes.

En ese sentido, en un contexto internacional de crisis y reformulación de estructuras económicas, sociales y políticas y de sus efectos en nuestro país, en el que se debate la consolidación de la democracia, los discursos evidencian una fuerte resignificación de actores y escenarios. Por una parte, la reformulación tiende a sustituir temáticas y divisiones de actores propias del período de la transición donde el eje articulador estaba signado por la emergencia de la democracia y la disputa por su sentido y donde predominaba la división de los actores sobre el eje democráticos - antidemocráticos.

En el período de consolidación el punto nodal se constituye sobre la gobernabilidad y la puesta en relieve de los elementos que, según una perspectiva, permitirán su efectivización.

La respuesta a ese desafío evidencia la construcción discursiva de sin actor institucionalmente investido de poder (tanto en su rol de candidato de un movimiento de masiva presencia como en su rol de presidente electo) y representa el juego político legitimador de quien está vinculado con una tradición política en la cual la acumulación de capital simbólico se sustenta en logros pasados, a la vez que toma una posición pragmática frente a los cambios considerados coi-no "necesarios" que requieren reformulaciones que son puntos de fuerte ruptura con la tradición.

Si tenemos en cuenta los sentidos instituidos en un marco más general y el modo en que se interrelacionan las categorías pro, para, contradestinatarios y programáticos consumatorios se advierten estas continuidades y rupturas.

En el pre-electoral la constitución del contradestinatario no escapa a los discursos inversos en una pugna electoral y al predominio de los adversarios políticos. En la construcción del paradestinatario se advierte una cierta diferenciación con la tradición política que representa.. La aparición con porcentajes elevados de "movimiento justicialista" designa una. base más amplia que la del prol)io partido, aunque dentro sin embargo de la tradición peronista. Esto se ve reforzado en la interpelación a los paradestinatarios entre los que predominan "argentinos" y "pueblo". Si se vincula esto con los programáticos consumatorios la propuesta de orden deseable, basada en la revolución productiva y el rol del Parlamento, se evidencia con mayor claridad. Es en este marco que adquiere relevancia la reformulación anunciada. Según la tradición justicialista, los consumatorios dominantes debieran ser "revolución productiva" y "justicia social". El escenario del nuevo orden no es el tradicional del populismo sino que implica una visión de la democracia más vinculada a los orígenes de la democracia liberal y que hoy el discurso del neoliberalismo consolida. Esta supone que una democracia exitosa se funda en los logros económicos obtenidos en el marco de las reglas de juego del Estado de Derecho y el cumplimiento de sus bases Institucionales. Simbólicamente, se representa al "mercado" y al "Parlamento", tradicionales espacios constitutivos de la democracia liberal. Esta interpretación, sin embargo, no se sustenta en estos únicos elementos sino en las relaciones entre distintas categorías. Los porcentajes significativos de "sindicalistas" y "empresarios" en los prodestinatarios y de "toda la comunidad", "empresarios" y "marginados" en los paradestinatarios constituyen un escenario en relación a los programáticos "pacto social", "unidad nacional", "consolidación de la democracia", "pacto político", "compromiso con los desprotegidos", en el que se advierte una resignificación operada por la influencia neo-liberal.

En el post-electoral predominan los programáticos consumatorios "pacto social", "unidad nacional", "rol activo del Parlamento" "reordenamiento del Estado", "unidad latinoamericana" y "revolución productiva". Estos tienen sus propios correlatos en el resto de las categorías: en prodestinatarios "empresarios" y "pueblo"; en paradestinatarios, "argentinos", "empresarios" y "sectores marginados"; en contradestinatarios, "gremios - gremialistas", "especuladores", "evasores" y "sectores que no avalan el Indulto".

En este escenario, se tiende a centrar la consolidación de la democracia en el sentido de permanencia del orden jurídico institucional a partir de los éxitos en la gobernabilidad económica. Es por ello que al evaluar el peso de los distintos actores sociales, prioriza aquellos que según su propia visión del orden legítimo son claves para la acumulación y la estabilidad económica, descalificando a quienes puedan obstaculizarlo. En esta visión se construye su propia perspectiva de "lo posible" según las transformaciones producidas que, a su vez, fijan los límites de "lo realizable".

Se presenta una asunción pragmática de lo exigido a las economías regionales para el logro de la "gobernabilidad económica". La propuesta "revolución productiva", asociada a "pacto social", "sindicalistas" y "trabajadores", con cierta participación de "empresarios", origina una incertidumbre en el primer período respecto a su interpretación de acuerdo a la tradición populista. Sin embargo, en el período post-electoral se manifiesta con el sentido de pacificación social, y orientada hacia una moderación de las demandas del sector trabajo (relacionado con la notable aparición en contradestinatarios de "gremios - gremialistas") y a la promoción del crecimiento de las estructuras capitalistas. Esto es correlativo a la ausencia de toda pauta de distribución de riquezas y a la postergación de la cuestión social. Esta se restringe a una escasa consideración asistencialista sobre los "marginados" y pierde el significado tradicional del justicialismo, que consideraba a la clase trabajadora organizada como "columna vertebral del movimiento" y principal actor en la interpelación por la justicia social. En este contexto, y teniendo en cuenta la interrelación de las instancias pre y post electorales, se constata en la categoría programáticos consumatorios una presencia de valores relacionados con la gobernabilidad económica y política. Si bien la cuestión política es de necesaria aparición en un sistema democrático y, en un discurso de este tipo las descripciones políticas son en su conjunto las que tienen mayor porcentaje, el aumento considerable de los valores que hacen a la gobernabilidad económica manifiestan un mayor énfasis en este período.

La temática social, en el estilo tradicional del justicialismo, está ausente de las diferentes categorías. Lo político aparecerá, mas que sobre un soporte social concreto, sobre la unidad de los argentinos, la paz y la reconciliación con un sentido de superación de conflictos y luchas socio económicas. No hay criterios de democracia social sino solo estrictamente política al no hacer referencia tampoco a pautas o conflictos distributivos que son relevantes en el imaginario del partido justicialista, con lo cual se evidencia su ruptura respecto a la concepción histórica de la democracia del justicialismo.

Por otra parte su propuesta de gobernabilidad económica. se enmarca más en un discurso economicista dentro del nuevo contexto internacional signado por requerimientos del ajuste visualizado como requisito para el crecimiento y desarrollo económico. Es decir, obtener "eficiencia" a. través del reordenamiento del Estado, la lucha contra la corrupción y la inflación, la definición clara de las reglas de juego económicas de mercado, según esta perspectiva, que permiten estabilizar la economía, relegando todo lo referido a costos sociales.

Si por una parte en el pre-electoral la presentación de esta propuesta aparece más moderada y se invoca la presencia de sectores del trabajo junto a una menor presencia de componentes económicos; hay a la vez una presencia creciente de programas macro referidos a la economía ("revolución productiva, "renegociar la deuda externa") relacionados con medidas instrumentales ("estabilizar economía", "combatir inflación", "mantener plan económico") que dan coherencia y continuidad al corpus total.

Por otra parte, la cuestión militar, se presenta en varias categorías, pero como una cuestión coyuntural a concluir para el logro de un escenario de paz necesario para la. construcción del orden propuesto, y que tiene en su solución su propia clausura.

En general, se advierte con claridad una ruptura de la propuesta económica de Menem con la tradición "nacional popular" del discurso peronista: esto es, crecimiento y redistribución simultáneos; ruptura que se hace más evidente en la ausencia de pautas de distribución de la riqueza.

Como puede verse, y en relación a la tradición del justicialismo, hay un desplazamiento desde los criterios de visión y división social políticos, que habían constituido a la "clase obrera" como la clase política legítima cuyo portavoz oficial era el gobierno, a criterios económicos. De esta manera, los sujetos tematizados se ubican y relacionan según su relevancia en los programas económicos.             Efectivamente, hay una reformulación del mundo social, del mapa de los grupos, sus fronteras y relaciones a través de un conjunto de interpelaciones que marcan ].a distancia respecto al discurso tradicional del peronismo. El privilegio de la clase obrera y su protagonismo en el "devenir de la historia" en oposición constante a adversarios definidos (oligarquía, imperialismo) ha desaparecido. En su lugar, hay una nueva división, relacionada en parte con transformaciones estructurales de la sociedad argentina: al monopolio de la clase obrera, que ocupaba el centro de la escena. política y social, sucede ahora la presencia diversificada y no conflictiva de diferentes sectores sociales ("marginados", "empresarios"). Esta tematización de los sujetos políticos relevantes se realiza en torno a un componente programático clave que organiza sus relaciones: "pacto social".

Todos los restantes actores legítimos que se mantienen y acrecientan su aparición están constituídos como colectivos generales, que eluden las diferencias socio-económicas, reforzando de esta manera una visión legítima del mundo en la cual el desarrollo económico capitalista es el garante del bienestar general y en última instancia, de la estabilidad de la democracia. Aquí también se advierte la influencia neo-liberal. La correlación positiva entre democracia y capitalismo es una constante histórica en el pensamiento político liberal, ahora reeditado por el discurso neo-liberal.

Finalmente, es posible observar la presencia de algunos valores propios del tradicional imaginario justicialista: "recuperar las islas Malvinas", "unidad latinoamericana"; que no aparecen redefinidos en el nuevo contexto como otros enunciados sino que se presentan coexistiendo eclécticamente con la significación más evidente y coherente del resto de los componentes.

En síntesis, estos puntos exigen considerar varios aspectos:

1. El desplazamiento de los criterios de división del mundo social al reemplazar los criterios económicos a los políticos, dominantes en toda la producción discursiva del período de transición (en la oposición básica democráticos - antidemocráticos). Sobre esta división, los sujetos son investidos de funciones y valores políticos.

2. La relación de las nuevas identidades construidas y los programas propuestos con las transformaciones socio-económicas producidas en años anteriores en el país.

3. La relación entre los sujetos constituidos, articulada sobre programáticos no confrontativos (pacto social, unidad nacional), que predominan según el análisis estadístico, garantizando nuevas reglas de juego en el campo político: al enfrentamiento político-económico sucede el acuerdo económico.

4. El predominio de los criterios económicos, importante también en los componentes programáticos e instrumentales, que dan lugar a una redefínición de la problemática de la gobernabilidad y del funcionamiento de la democracia.
Las relaciones no confrontativas entre los sujetos constituidos (pacto social - unidad nacional) se articulan en función de la superación de los posibles conflictos que pueden generar las demandas distributivas no controladas frente a la propuesta económica.


REFERENCIAS

 

* Este trabajo fue realizado por las autoras en el contexto de una investigación mas amplia, “El discurso pre y post electoral de Carlos Menem”, en el cual participaron también Carlos Juarez Centeno, María Teresa Piñero, Javier Benavente y EnriqueShaw.

** Directora del Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales, U.N.C.

*** Becaria SECyT U.N.C.


NOTAS 

[i] VERON, Eliseo. Semiosis social, Ed. Gedisa, Buenos Aires, 1989, P. 126.

[ii] COLLINS, Randall. Theoretical Sociology. Jovanovich, California, 1988, p. 267.

[iii] BOURDIEU, Pierre. Espacio social y Génesis de Clase. Revista Espacios N° 2, Buenos Aires, 1985, p. 28

[iv] BOURDIEU, Pierre. Qué significa hablar, Akal, Madrid, 1985, p. 96.

[v] LANDI, Oscar. Reconstrucciones: las nuevas formas de la cultura política. Punto Sur, Buenos Aires, 1988, p. 203.

[vi] LECHNER, Norberto. Cultura política y democratización, Flacso, Santiago, 1987.

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[vii] LECHNER, Norberto. Los nuevos perfiles de la política. Un bosquejo. Trabajo presentado en: La agenda abierta de la democracia en América Latina. Clacso, Córdoba, 1993.

[viii] O'DONELL, Guillermo. Democracia Delegativa?. Cuadernos de CLAEH. 17-61, 1992.

[ix] CAVAROZZI, Marcelo. El sentido de la democracia en la América contemporánea, en Los partidos y la Transformación política de América Latina. Manuel Garreton Editor, FLACSO, Chile, 1993.

[x] TCACH, César. En torno al Catch all Party Latinoamericano, en Los partidos y la Transformación política de América Latina. Manuel Garreton Editor, FLACSO, Chile, 1993.

[xi] TCACH, César. Op. Cit.

[xii] MAINGUENEAU, D.. Nouvelles tendences en analyse du discours. París. Hachette. 1987. p. 9.

[xiii] GOLDMAN, Noemí. El discurso como objeto de la historia. Buenos Aires. Hachette. 1987. p. 47.

[xiv] GARDIN, Bernard. La néologie, aspects sociolinguistiques. Languages, 36

[xv] VERON, Eliseo. El discurso político: lenguaje y acontecimientos. Hachette, Buenos Aires, 1987. pp. 15 a 26.

[xvi] VERON, Eliseo. Op. Cit. p. 17.

[xvii] LANDOWSKI, Eric. Art.: Le discours politique: le discours du Pouvoir, en Jean Coquet, comp.. Semiotique: L’Ecole du Paris. Hachette. Paris. 1985. p. 125

[xviii] LECHNER, Norberto. Que es el realismo en política. Catálogos. Bs. Aires. 1987. p. 18.

[xix] LANDI, Oscar. Crisis y lenguajes políticos. CEDES. Bs. Aires. 1983. p. 28.

[xx] MURARO, Heriberto. Art.: Discurso político y publicidad. Revista Diálogos N° 18 p. 48.

[xxi] LANDI, Oscar. Reconstrucciones: las nuevas formas de la cultura política. Punto Sur, Buenos Aires, 1988, p. 60.

[xxii] Citas del mensaje de asunción del Presidente Menem ante Asamblea Legislativa, 9 de julio de 1989.

[xxiii] MURRAY, Edelman. La construcción del espectáculo político. p. 89.

 


 

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